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A B C D E F G H i K L M N O P Q R S T U V W Y Z
Las formas que adquiere la oratoria que muestro más abajo están en orden alfabético. No han sido tomadas de un libro ni de documento alguno producido como resultado de una conferencia para el planeamiento de conferencias. Solo debes entenderlas como comentarios basados en mi enfoque personal.
A
Aburrida. Llamamos oratoria o exposición aburrida a la que cansa o hastía por falta de creatividad, modulación, uso excesivo de pausas o muletillas o por falta de un tema o enfoque interesante. También, aunque el contenido pudiera ser interesante, todas las ideas se dicen con los mismos cambios de volumen, los mismos tonos, el mismo énfasis, el mismo ritmo, la misma forma de pausar y hasta los mismos gestos y ademanes. ¡Desesperante!
Académica. Llamamos oratoria académica a la que se caracteriza por contenidos que armonizan con la enseñanza de una autoridad institucional o docente reconocida por el gobierno u otra autoridad.
Arriesgada. Llamamos oratoria arriesgada a la que, por pasar por alto importantes principios de oratoria y, en vez de procurar captar al 100% mediante el uso de frases y enfoques conciliadores, ataca duramente al 50% a fin de solo obtener la aprobación del otro 50%, terminando por los suelos, es decir, perdiendo apoyo, cooperación y auditorio.
Astuta. Llamamos oratoria astuta a aquella que, mediante la agudeza de pensamiento y habilidad para engañar o evitar el engaño logra un objetivo definido previamente. No debe confundirse con la oratoria eficaz, cuyo fin es lograr un objetivo mediante un habla fácil de entender. En el caso de la oratoria astuta, se procede con engaño. Y a pesar de que no toda oratoria astuta es malintencionada, no pocas veces tiene un objetivo egoísta. Por ejemplo, con la única finalidad de persuadir, quizás un vendedor, publicista, propagandista, político o extorsionista recurra a estudios de mercado, neurología y otros, o a la simple observación profunda, o a encuestas diseñadas por psicologos o sociólogos, a fin de diseñar frases, mensajes, slogans o anuncios penetrantes, seductores, atrayentes o manipuladores. Si bien es cierto que la Real Academia Española distingue entre una corrección eficaz y una corrección de calidad, siendo la primera la que se deja entender con claridad, y la segunda, la que manifiesta, además, esmero en el uso y aplicación de las sugerencias de la Academia, la astucia puede añadir un componente que no necesariamente tiene en cuenta el uso correcto del idioma ni el beneficio del oyente, sino exclusivamente el beneficio egoísta del propio interesado en engañar.
Autosuficiente. Llamamos oratoria autosuficiente a la que se caracteriza por una crasa falta de interés en lo que los oyentes puedan pensar o sentir. Al orador no le preocupa la reacción del auditorio. Simplemente cumple con preparar su tema y presentarlo sin empatía, es decir, sin haber tenido en cuenta las necesidades, intereses o reacciones del oyente. No ve al público como individuos, sino como una masa humana indefinida. No expresa abiertamente sus sentimientos ni mucho menos los intercambia con el auditorio. No parecen conmoverlo ni los aplausos ni las felicitaciones ni las maldiciones. Es pura autocomplacencia.
B
Básica. Llamamos oratoria básica a la que se caracteriza por la brevedad y la aplicación de los principios más notorios de la oratoria. Contiene una introducción sencilla y directa, un desarrollo conciso y ordenado, y una conclusión clara y motivadora. Generalmente dura entre 30 y 75 segundos. Este es el tipo de discurso que se usa en los cursos efectivos de oratoria. Los temas en los famosos cursos de Carnegie duraban un máximo de 75 segundos. Cuando le preguntaban "¿Por qué tan poco tiempo si un discurso real suele durar 30 minutos o más?", él respondía con una lógica simple: Si una persona puede hablar eficazmente en unos cuantos segundos, también podrá hacerlo en más tiempo. Pero si no usa bien unos cuantos segundos, tampoco lo hará aunque le den una hora. ¡La oratoria concisa es también eficaz! Palabreo no es sinónimo de habla eficaz.
Beligerante. Llamamos oratoria beligerante a la que se caracteriza por un mensaje inclinado a la contienda o a la polémica, incluso al ataque o la represión con intención de refrenar lo que se considera incorrecto o dañino. Contradice, impugna, agita las pasiones del ánimo. Aunque el antagonismo es su estilo, no debe confundirse con la oratoria hostil. (ver HOSTIL)
C
Castrense. Llamamos oratoria castrense a la que practican los miembros de las fuerzas armadas o policiales para dar arengas a las tropas o para darles explicaciones acerca de los procedimientos o estrategias que se seguirán o se han seguido. La más común es la arenga, discurso pronunciado con el fin de hacer hervir el ánimo de la tropa. En el entrenamiento militar es la forma de oratoria por excelencia. Lamentablemente, en nuestros tiempos, dirigirse al público en general (es decir, a personal no castrense) usando dicho estilo pudiera convertise en un arma de doble filo. Recibiría poca acogida si el público en general difícilmente tolera ser tratado como a una tropa, o cegaría a las personas si estuvieran muy resentidas. Adolf Hitler no desaprovechó sus oportunidades de arengar a su pueblo, pero ¿con qué resultados? La Historia Universal lo ha documentado ampliamente.
Clásica. Llamamos oratoria clásica a aquella arraigada en la tradición culta y que se contrapone con la oratoria moderna. Nació cuando se descubrieron y establecieron los principios que dieron lugar a las primeras teorías, técnicas y modelos que sentaron las bases para su desarrollo posterior. Se caracteriza por la declamación o gesto afectado y las posturas y ademanes teatrales o histriónicos, no por la naturalidad del habla cotidiana. Algunos la consideran como oratoria de espectáculo. Puede resultarles muy interesante y atrayente a quienes disfrutan del arte de hablar en público, pero no la sugerimos para el ámbito laboral. En muchos casos, la demagogia suele ser el resultado de malinterpretar o aplicar inadecuadamente lo que el orador considera como oratoria clásica. (Ver MODERNA)
Conferencia. Llamamos oratoria de tipo conferencia a la que implica dialogar de alguna manera con el auditorio, ya sea durante el desarrollo mismo del discurso o al final, en una sesión de preguntas y respuestas (Ver DISCURSO). Mal llamada charla, algunos suelen confundirla con el discurso. Algunos diccionarios no académicos incluían "Charlar" en su listado de palabras con el significado de "conferencia breve", pero aunque el diccionario de la Academia ahora indica que pudiera referirse a una conversación breve, hasta hace poco indicaba claramente que realmente significaba: 1. Decir lo que se debería callar. [...] | 3. Hablar mucho, sin sustancia o fuera de propósito. En pocas palabras, charlar es una mera plática como la que se efectuaría en una reunión social con los amigos, y sobre todo cuando se habla por gusto o por simple pasatiempo. No olvidemos que de charlar proviene la palabra charlatán, persona indiscreta que habla mucho y sin sustancia. Por tanto, un orador capacitado no debería usar indistintamente los términos charlar y conferencia, porque no significan lo mismo. Si su presentación tiene sustancia y un propósito definido, no es una charla, sino un discurso o conferencia, dependiendo de la forma. Por otro lado, tengamos en cuenta que una acepción de la palabra conferencia se refiere a cualquier reunión en sí, en la que hablarán oradores. Por ejemplo, los ingleses usan el término meeting para referirse a cualquier reunión en general, pero en español solemos usar la palabra mitin para referirnos a una gran convocatoria donde se expondrá un contenido de índole social y/o político.
Comercial. Llamamos oratoria comercial a la que usan los vendedores y hombres de negocios para vender, comprar y administrar sus recursos. Dependiendo del rubro, puede implicar el uso de ciertos tecnicismos que solo son familiares entre colegas.
Convincente. Llamamos oratoria convincente a la que con razones y argumentos se procura obligar a los oyentes a cambiar de parecer o a concordar con el orador. Se procura que oyente diga mentalmente "sí" a todo, incluso cuando concuerda con un "no". Por ejemplo, antes creía que ciertos alimentos eran saludables, pero después de oír una explicación sobre los ingredientes o aditivos tal vez ahora vea que son perjudiciales. Está de acuerdo, pero existe la probabilidad de que siga comiéndolos. Aunque se convence y queda plenamente de acuerdo con el orador, permanece en su asiento como un espectador pasivo. Pudiera quedar convencido, pero no actuar en armonía dicha convicción ("La comida chatarra hace daño, pero qué rica es. Me ha provocado ir a comerla ahora mismo"). La realidad es que convencer no necesariamente persuade, y viceversa. Algunos oradores exagerados se desgañitan procurando presentar argumentos y ejemplos que convenzan, hasta usando un tono dominante, prepotente, impositivo y tajante sin tener en cuenta una empatía sincera, solo para desilusionarse de haber motivado a pocos. (Ver PERSUASIVA)
Crítica. Llamamos oratoria crítica al discurso caracterizado por la crítica, en dos sentidos: 1) Cuando se habla irresponsablemente sin tener en cuenta los principios básicos de la crítica constructiva ni el respeto a la dignidad ajena, y 2) cuando se manifiestan apreciaciones justificadas que contribuyen a una discusión adecuada, como por ejemplo, para discernir y establecer en qué aspectos de un asunto deben aplicarse mejoras. En el primer sentido, no la recomendamos, porque suele causar un efecto social semejante al que, en sentido restringido, causaríamos al criticar con excesiva dureza a un niño. Lejos de animarlo a mejorar, reforzamos la conducta inadecuada ocasionándole una frustración muy difícil de superar. En vez de despertar deseos de superación, alentaríamos la rebelión y la venganza. En este sentido, no creemos que la oratoria crítica sea beneficiosa. En el segundo sentido, creemos que la oratoria crítica solo puede tener verdadera utilidad en el marco de un análisis serio cuando la utilizan restringidamente especialistas que tienen tanto la capacidad para discernir los cambios como para diseñar la política respectiva.
D
Declamatoria. Llamamos oratoria declamatoria al discurso cargado de pasión y vehemencia, que suele usarse en el teatro o para ejercitar la retórica con asuntos y estilos fingidos o supuestos, no reales. Cuando un orador declama en un marco que no es el histriónico, se arriesga a que sus oyentes crean que lo hace para disimular o suplir su escacez de ideas. Otro peligro de confundir la declamación con la oratoria, es que, al excitar las emociones del auditorio, la mayoría de los oyentes puede prestar más atención a la forma y al estilo, minimizando o soslayando los hechos, las evidencias y las estadísticas, nublando su razonamiento y aprobando la imagen y el entusiasmo, no el contenido.
Demagógica. Llamamos oratoria demagógica a la que apela a los sentimientos elementales de los oyentes mediante concesiones y halagos con el único propósito de conseguir o mantener alguna clase de control o poder sobre el auditorio. No debe confundirse con la retórica, estilo cuyo fin es deleitar y agradar. Retórica no es demagogia; pero la demagogia se vale de la retórica.
Lamentablemente, si no se entienden las diferencias, ya sea por exceso de confianza o por desconocimiento de técnicas dinámicas de oratoria, la presentación de una buena idea puede resultar en un fracaso. Un discurso cargado de razonamientos excelentes, pruebas claras, evidencias contundentes, estadísticas comprobadas, proyectos importantes y argumentos de peso pudiera pasar por demagógico si abundara en poses afectadas y gestos teatrales que le dieran un cariz de falsedad. El auditorio podría interpretarlo como un simple intento de ganar control o poder sobre los oyentes y reaccionar oponiéndose. En vez de persuadir, el orador es tomado por demagogo.
La naturalidad del entusiasmo genuino es vital para convencer. El exceso de retórica, en cambio, al igual que el exceso de sal en una comida, que resulta agradable en pequeñas dosis, puede afectar el resultado final. Félix Descuret escribió una vez: "Un paso más allá del entusiasmo y se cae en el fanatismo". Así es. Por falta de autodominio o por desconocer las técnicas de oratoria, el orador pudiera ir 'un paso más allá del entusiasmo' y usar la retórica excesivamente, suscitando la ovación del público. Pero tal ovación pudiera inflarle el ego y llevarlo inexorablemente a una segunda etapa: Dar rienda suelta a lo que solo parece demagogia.
Ir más allá del entusiasmo es un arma de doble filo, porque lo que en un principio pudiera parecer un éxito rotundo, es solo un espejismo. Tarde o temprano, las promesas carentes de sustento no podrán cumplirse y la gente acabará resintiéndose y volviéndose contra el orador.
Por otro lado, el que un auditorio poco perspicaz se deje arrastrar por la demagogia, o embelezar con simple retórica, no justifica su uso si además de llegar al corazón (las emociones) el orador quiere llegar a la mente (el intelecto). De hecho, por definición del diccionario, que refleja el pensar tanto culto como popular, un discurso se vuelve demagógico cuando se halagan los sentimientos mediante concesiones y promesas sin sustento, para reforzar u obtener control. Eso nada tiene que ver con una retórica saludable ni con la oratoria eficaz. Em Oratorianetmovil no llamamos eficaz a algo que a la larga perjudica al auditorio.
Las técnicas que promovemos aquí sirven para que el orador a llegue tanto al intelecto como a las emociones del oyente con base en una información substanciosa, clara y veraz, no en simples halagos que regalan los oídos. (Ver)
Dialéctica. Llamamos oratoria dialéctica a aquella que sigue un procedimiento de conversación cuya finalidad es descubrir una síntesis mediante contraponer una antítesis a una tesis, síntesis que a su vez se convertirá en el motor de un nuevo análisis, de un nuevo ciclo de argumentación. Vale decir que se caracteriza por un permanente y agotador contraste entre posiciones. De gran utilidad para quienes disfrutan de dar vueltas y vueltas a las ideas, yendo de síntesis en síntesis desde la idea más sencilla hasta la más compleja, desde lo más elemental hasta el todo, desde la causa más primigenia hasta la sinergia más futurista, y desde el análisis de un principio básico hasta sus últimas consecuencias. No solo gira en torno al "qué" y al "cómo", sino sobre todo del "por qué" y "para qué", y del "cuándo", "cuánto", "cuántos", "dónde", "quién", "quiénes" y así sucesivamente.
Directa. Llamamos oratoria directa cuando el orador pasa de un punto principal a otro sin detenerse en mayores explicaciones, es decir, en puntos secundarios. Por ejemplo, si vas a la explicación de Las 4 Leyes, notarás que se te ofrecen tres tipos de explicación: Una breve o "directa", es decir, que va al punto principal sin rodeos ni adornos. Es para los que quieren que les digan todo de una bofetada. No está redactado para darle vueltas a la cosa. En cambio, la explicación completa y la explicación extensa abarcan muchos puntos secundarios o intermedios, hasta de tercer y cuarto nivel, a fin de que, si lo deseas, obtengas un panorama muchísimo más abarcador. Por otro lado, desde un punto de vista meramente retórico, llamamos oratoria directa al discurso en que el orador usa el mismo adjetivo o nombre para diferentes casos, géneros o números, o cuando usa el mismo verbo en diferentes modos, tiempos o personas, todo dentro de la misma oración o conjunto de palabras que tienen sentido. Y en el lenguaje técnico de traducción, es decir, desde el punto de vista de un traductor, llamamos oratoria directa cuando el orador prepara su discurso en su propio idioma, digamos, en ruso, pero lo expone (o lo hace un traductor) en el idioma de sus oyentes, por ejemplo, en español.
Dinámica. Llamamos oratoria dinámica a la que mueve a acción al auditorio mediante la aplicación de reglas firmes y directas. De hecho, puede que implique más que principios de oratoria, valiéndose de principios de motivación, lingüística, relaciones humanas, administración, publicidad y ventas. Los métodos dinámicos de Dale Carnegie influyeron considerablemente desde 1912 en la mayoría de las formas de la oratoria actual.
Discursiva. Llamamos oratoria de tipo discurso a la línea de razonamiento que el orador presenta ante el auditorio a manera de monólogo, es decir, de manera tal que casi no hay diálogo con sus oyentes. En ciertas ocasiones, el orador tal vez exija que cualquier pregunta que deseen hacer los oyentes, lo hagan por escrito a fin de seleccionar las más apropiadas y darles preferencia (Ver CONFERENCIA).
Docente. Llamamos oratoria docente a la que usan los maestros y toda persona que enseña o imparte instrucción con metodología. Se espera que todo maestro exponga siempre de manera magistral, es decir, "con arte de enseñar", y uno de los mejores métodos que va a la par con esto es el mayéutico, que se vale de preguntas eficaces para extraer nociones de las mentes de los estudiantes, quienes aunque no habían tomado conciencia de estas, descubren que allí estaban.
E
Eficaz. Llamamos oratoria eficaz o efectiva a aquella que logra un objetivo definido previamente (no debe confundirse con la oratoria astuta). Para ser eficaz, el orador necesita ante todo eficiencia. Porque aunque podría darse el caso de que por casualidad un inexperto presentara un discurso que diera en el clavo, la verdadera eficacia resulta de la reflexión y la planificación basada en principios. Por tanto, es importante recalcar que no consideramos igual el habla eficaz y el habla de calidad. De hecho, la Real Academia Española distingue entre una corrección eficaz y una corrección de calidad, siendo la primera la que se deja entender con claridad, y la segunda, la que manifiesta, además, esmero en el uso y aplicación de las sugerencias de la Academia. (Ver MAGISTRAL)
Entretenida. Llamamos oratoria entretenida a aquella que lejos de aburrir resulta muy llevadera, es grata al intelecto, a las emociones y sensaciones. Su finalidad principal es entretener a los oyentes.
Espiritual. Llamamos oratoria espiritual a la que usan personas espirituales para ayudar a sus oyentes a conocer al Creador y darlo a conocer a otros, mejorar su relación con Él y dar aplicación correcta a los principios de la fe, la esperanza y el amor. Implica la disciplina basada en la moral inspirada por Dios, que da lugar a la ética. Su profundidad, efectividad y poder pasa largamente la prueba del escrutinio cuando se la evalúa de manera pragmática, es decir, mediante la observación del efecto o resultado que produce en sus apoyadores o promotores. No debe confundirse con la oratoria religiosa.
Espontánea. Llamamos oratoria espontánea a la que brota por impulso, sin preparación, voluntariamente y sin una causa aparente. Pero no debe confundirse con la falta de fundamento. En la oratoria espontánea el orador ya posee un fondo de conocimientos y cultura general que le sirve de base para armar rápidamente un bosquejo o plano mental y comenzar a hablar con la mayor soltura y flexibilidad, en sus propias palabras, adaptándose a las circunstancias. Las ideas fluyen cómodamente y contribuyen a un mayor entusiasmo. Sobre todo, permite un mejor contacto visual y acercamiento emocional, porque no depende de un escrito. Muchos la consideran como el mejor de los estilos. Es muy persuasiva e impactante.
Estudiantil. Llamamos oratoria estudiantil a la de los aprendices del arte de hablar en público, lo cual practican generalmente bajo la supervisión de una persona de mayor experiencia en oratoria, la cual controla la duración y les imparte consejo y sugerencias para el mejoramiento de la aplicación de los principios y la técnica.
Extemporánea. Llamamos oratoria extemporánea a la que recurrimos en un momento fuera de lugar o menos pensado. Por ejemplo, estamos asistiendo a un seminario y tenemos pensado hablar dentro de tres días, pero nos invitan a tomar la palabra el primer día porque uno de los oradores no podrá estar presente. O pudiera suceder que solo estamos allí como observador, pero alguien nos identifica y nos pide que expresemos nuestra opinión delante de todos, ya sea desde nuestro asiento o tomando la palabra desde el atril. No hemos tenido tiempo para preparar un bosquejo ni estamos dispuestos a hablar, pero nos sentimos forzados a hacerlo. Lógicamente, lo que digamos tiene el respaldo de nuestro fondo de conocimientos y experiencia.
F
Fácil. Llamamos oratoria fácil a la que usan los vendedores ambulantes y otras personas que presentan discursos breves, enlatados, que generalmente pronuncian de paporreta y con un fin específico, premeditado. De ninguna manera queremos decir que carecen de valor. Simplemente resaltamos su carácter práctico y dinámico.
Forense. Llamamos oratoria forense a la que usan los expertos en medicina legal (también llamada medicina forense o judicial) para exponer oralmente o por escrito, con claridad y eficacia, la causa de la muerte de un enfermo o herido al cabo de un exhaustivo examen médico. Reviste especial importancia porque generalmente es una exposición realizada ante una autoridadad judicial. ( Ver PROCESAL)
G
Gubernamental. Ver POLÍTICA.
H
Helénica. Llamamos oratoria helénica o 'helenista' a la oratoria que practicaron los griegos de la antigüedad. Lo hacían en griego común o koiné, el idioma internacional de aquella época, un equivalente internacional de lo que hoy es el idioma inglés para el mundo.
Heurística. Llamamos oratoria heurísitica a la manera espontánea de tomar la palabra. Se basa exclusivamente en lo primero que le viene a uno a la mente, sin haber estudiado ni conocido los principios de oratoria. No debe confundirse con la oratoria improvisada. La oratoria heurística es empírica y solo recurre a la experiencia personal. Aunque a veces sale bien, por su desconocimiento de las técnicas el orador suele incurrir en graves desatinos (por lo general, en la manera de tratar al auditorio) de modo que acaba estrellándose frontalmente con el público como si se tratara de dos ómnibus que vienen en sentido contrario a toda velocidad por el mismo sendero. ¡Un desastre! Por ejemplo, cierto orador dijo: "A mí me escucha el ignorante, el necesitado, el que no tiene instrucción, porque digo lo que tienen que oír para salir de su ignorancia." ¡Qué bruto! Sin pensarlo, ofendió a todos llamándolos ignorantes y se erigió a sí mismo como un iluminado. Le hubiera convenido decir: "A mí me escucha todo el que quiere debatir, profundizar y llegar a entender las cosas". Otro dijo: "Yo voy a reconstruir este país para que ustedes se sientan ganadores". Indirectamente dijo que el país era una ruina, y sus ciudadanos, unos perdedores". ¡Típicamente heurístico! (Ver ORIGINAL)
Por otro lado, es muy conveniente que el primer discurso del estudiante de oratoria sea heurístico, porque la meta es que disfrute de su espontaneidad y haga contacto con el público lo antes posible, a fin de que el maestro note los puntos débiles en lo que trabajará a lo largo del curso. Por eso, el maestro tal vez diga: "Hoy hablarán de una experiencia de su niñez", y los dejé explayarse a sus anchas, sin una restricción horaria. El contacto heurístico puede ser aprovechado y canalizado hábilmente por un maestro experimentado. El problema de esta forma de oratoria surge cuando se la usa para dirigirse a un auditorio no estudiantil, en una fecha importante para tratar un tema delicado. Pero es muy conveniente en el marco del estudio de las técnicas de oratoria. Todos la conocen como la primera improvisación del novato.
Histriónica. Llamamos oratoria histriónica, teatral o declamatoria a la que usan los actores cuando interpretan un papel en una obra, uno que implica desplegar el arte de hablar en público como parte de dicho papel. El actor representa a un orador que, en vez de dirigirse directamente al auditorio, se dirige a oyentes que están representados en la obra por otros actores. En otras palabras, actúa el papel de un orador. Un peligro es que los auditorios modernos responsables ven con ojo muy crítico al que usa la oratoria histriónica en un marco que no sea el teatro para explicaciones que debieran brillar por su coherencia, equilibrio y persuasión. Pudieran pensar que el orador solo está actuando para exhibirse, no para comunicar un mensaje importante. No se sensibilizarían con el contenido ni se sentirían comprometidos a darle más que un generoso aplauso por su brillante actuación. Los gritos, poses y aspavientos que robaban el corazón de las multitudes medio siglo atrás pudieran volverse en su contra en el siglo XXI e interpretarse como pura demagogia. El teatro al teatro.
Hostil. Llamamos oratoria hostil a la que se caracteriza por un mensaje hiriente, cargado de palabras y frases discrepantes, antagonistas, rencorosas y condenatorias. Usualmente se concentra en los defectos o carencias de alguna persona o institución, o en el pasado y en sentimientos que culpan a otro; o en el futuro y en los sentimientos de preocupación angustiante. El espíritu que domina esta clase de discurso es la frustración (que podría tener sus raíces en una y mil motivaciones), generalmente evocando recuerdos que exacerben la sensación de fracaso, odio y renuencia hacia cualquier intento de reconciliación. La postura, gestos y ademanes reflejan una motivación apasionadamente intolerante, en absoluto conciliadora. No debe confundirse con la oratoria beligerante, que no necesariamente es hostil. (Ver MOTIVACIÓN ESPIRITUAL, UNIFICADORA, BELIGERANTE)
i
Improvisada. Llamamos oratoria improvisada a aquella que brota espontáneamente del corazón, sin preparación alguna, pero teniendo algunas nociones de los principios de oratoria. Lógicamente, ninguna improvisación surge de la nada. Siempre improvisamos sobre la base de alguna idea o sentimiento personal. Nuestra mente y corazón no están vacíos. Por otro lado, no debe confundirse la improvisación con la oratoria heurística.
Ininteligible. Llamamos oratoria ininteligible a aquella que nadie entiende, ya sea por causa de una mala pronunciación o de una explicación enredada, difícil de procesar por el oyente. Los teóricos suelen usar demasiados términos abstractos. Sus oyentes necesitarían consultar un glosario a cada rato durante la conferencia. Hablan en difícil, ¡y todavía se jactan de ello!
Insípida. Llamamos oratoria insípida a aquella que no tiene gracia ni gusto, no tiene ni cumbres ni abismos. El orador está tan concentrado en las palabras que no mueve ni conmueve a nadie. Entierra los ojos en su bosquejo de principio a fin y no hace contacto visual con nadie, porque parece no importarle la reacción del auditorio. Generalmente se trata de un orador que no ve la hora de que se le acaben las palabras a fin de bajarse cuanto antes. Si lo aplauden, muy probablemente no lo hagan por el discurso, sino por callarse y retirarse.
Intelectual. Llamamos oratoria intelectual a aquella que apela al entendimiento del auditorio de modo que todos capten el significado de los terminos y las definiciones, o que acepten ciertas condiciones y limitaciones, o que comprendan cuáles son sus derechos y responsabilidades, o que conozcan el propósito o finalidad de cierto proyecto; o que razonen basándose en pruebas y evidencias y acepten un argumento; o que se enteren de cierto objetivo y/o de los métodos y procedimientos que deben aplicar para alcanzarlo. El peligro es que los razonamientos por sí solos no mueven a acción a nadie ni siempre se traducen en cooperación voluntaria. Si el propósito es mover a acción u obtener cooperación voluntaria, no basta con un discurso intelectual. Si el orador quiere mover a acción, debe preguntarse: "¿Estoy comunicando un contenido, o estoy moviendo a acción?". (Ver MOTIVADORA)
K
Kerygmática. Llamamos oratoria kerimática o kerística (del griego kē·rýs·sō o kḗ·ryx) a la que se caracteriza por la predicación, divulgación o propaganda de las buenas noticias de Jesucristo. Sin embargo, aunque se dice que el término comenzó a usarse alrededor del año 30 en una sinagoga de Nazaret, el uso de kē·rýs·sō no se refiere a discursos presentados ante grupos reducidos o limitados de discípulos, como en el interior de un recinto religioso, sino específicamente a una presentación pública y abierta. (Más 1 | 2)
L
Laboral. Llamamos oratoria laboral a la que se aplica en el trabajo. Por ejemplo, cuando un capataz o supervisor reúne a su gente para impartir instrucción en cuanto a cómo llevar a cabo cierta tarea. Si lo hiciera desordenadamente, tal vez demoraría su ejecución o hasta promovería confusión y pondría en peligro los objetivos. Por eso aplica técnicas que le permiten dejarse entender con facilidad y contribuir a la eficacia.
Leída. Llamamos oratoria leída a la que el orador recurre para reconstruir de comienzo a fin, palabra por palabra, sus ideas (o las de otra[s] persona[s]). La manera más común es leyendo de un escrito en papel, de una computadora, teleprompter o dispositivo móvil. Pero tiene la desventaja de que, si el oyente se entera, tenderá a restar peso al mensaje. No se dejará persuadir fácilmente, sino se pondrá a la defensiva, porque tomará conciencia del temor a ser timado. La razón es que se despiertan sus sospechas de que la fuente de la información no es el orador. Y aunque no podemos negar de que realmente pudo haberlo redactado, abre la puerta a las dudas. Y es que otra persona bien pudo haberlo redactado. En todo caso, proyecta la imagen de alguien que solo está repitiendo lo que otros quieren que diga, apagando cualquier fuerza persuasiva que hubiera tenido. Se pierde autenticidad, originalidad y credibilidad. Esto no significa que esté mal en el caso de que el auditorio esté al tanto de que el orador solo es un portavoz o representante de un comité u organismo, no de sí mismo. No es su mensaje, sino el del comité u organismo al que representa. Otro uso apropiado es cuando se vale de este recurso para dar vistazos breves a un bosquejo de ideas, no para leer un escrito palabra por palabra. Otro uso legítimo del bosquejo obedece a que la imperfección y/o el suceso imprevisto podrían meterlo en una laguna mental severa y olvidar un eslabón de su memoria. Rompiendo la cadena, olvidaría el resto del discurso, el estrés se dispararía hasta el cielo y se vería obligado a improvisar. La humildad debería dictarle que siempre conviene tener un bosquejo cerca (sobre el atril o en un bolsillo). (Más)
M
Magistral. Llamamos oratoria magistral a la que manifiesta arte de enseñar. Magistral significa "con arte de enseñar". De todo maestro se espera que presente discursos magistrales. Si aburre o nadie le entiende, no es una oratoria magistral. Sin embargo, para merecer la calificación de magistral, la oratoria no tiene que ser impresionante. Por otro lado, ningún discurso ni conferencia se convierte en magistral automáticamente por el hecho de que un orador ostente un currículum impresionante o provenga del extranjero. La conferencia se convierte en magistral cuando el orador expone de manera instructiva y eficaz. (Ver DOCENTE)
Mayéutica. Llamamos oratoria mayéutica a la que se caracteriza por plantear preguntas y presentar casos e ilustraciones que hacen reflexionar a los oyentes de manera que lleguen a descubrir las respuestas, nociones, enfoques y conceptos que ya estaban en sus mentes, pero no se habían dado cuenta, por no haber atado los cabos sueltos. El orador hábilmente los estimula con preguntas a llegar a las deducciones correctas hasta que den en el clavo por sí mismos. Es el método por excelencia utilizado por los oradores magistrales. Se dice que Sócrates fue el primero en valerse del concepto de la mayéutica para aplicarlo a la docencia. En realidad, era un término que se usaba para referirse a la asistencia de las parteras al momento de dar a luz. Por lo tanto, mayéutica significaba: "Ayudar a dar a luz", y en este caso, a dar a luz la idea que está gestándose en la mente. Los padres que de la mayéutica al instruir y disciplinar a sus hijos logran mejores resultados en su crianza. Porque no es solo un asunto de lanzar una pregunta y esperar que la persona responda correctamente con base en una preparación previa. Eso puede hacerlo cualquiera. La mayéutica implica ayudar a la persona a llegar por sí misma a la respuesta. El énfasis está en ayudar, no en simplemente presionar exigentemente esperando que la persona encuentre la respuesta por sí misma. Si no hay ayuda, no es mayéutica. Un simple interrogatorio no es mayéutico.
Memorizado. Llamamos oratoria memorizada a la que se caracteriza por la memorización del discurso, palabra por palabra. Si uno utiliza un buen sistema mnemotécnico, sin duda podrá reconstruirlo de comienzo a fin siguiendo las cadenas de apoyo que haya ensayado para los efectos. Pero corre el doble riesgo de 1) olvidar un eslabón, y con ello, el resto de la cadena, entrando en una laguna mental insalvable, y/o 2) perder el calor y la naturalidad esenciales para llegar al corazón y mover a acción. Por eso, es recomendable memorizar un bosquejo, no todas las palabras de un escrito. Por otro lado, algunos oradores memorizan las ideas y ensayan su reconstrucción a partir de un bosquejo sencillo. Pero aunque confíen en sí mismos creyendo que no necesitan leer nada, sugerimos que sean lo suficientemente humildes como para reconocer que su imperfección o el suceso imprevisto podría causarles una laguna mental severa, involuntaria. Le conviene tener sus notas a la vista.
Moderna. Llamamos oratoria moderna a la que se contrapone a la oratoria clásica. Es de aplicación relativamente reciente en la historia de la humanidad. Dale Carnegie irrumpió en 1912 con sus entretenidas técnicas de comprobada eficacia y causó una revolución que modificó profundamente y para siempre el modo como las personas veían la oratoria clásica, y echó abajo el tabú que ensalzaba el concepto de que solo algunos especialmente dotados gozaban del derecho a tomar la palabra ante un auditorio. La oratoria moderna se caracteriza por la naturalidad, la pasión, el entusiasmo y la persuasión, pero basada en, y equilibrada por, el conocimiento y el autocontrol. Por ejemplo, un militar no usaría oratoria castrense para dirigirse al público en general, sino una oratoria moderna.
Al igual que el liderazgo y otras cualidades personales, está demostrado que aunque las personas que nacen con una predisposición genética tienen más facilidad para desarrollar y cultivar la oratoria, no significa que los demás queden al margen del placer de tomar la palabra. Cualquiera puede, valiéndose de técnicas eficaces, llegar a hacer de la oratoria un rasgo de su desempeño personal. La oratoria no está reservada para unos pocos. Dale Carnegie demostró que está disponible a cualquiera que le dedique suficiente interés y tiempo.
Motivadora. Llamamos oratoria motivadora a la que mueve al auditorio a acción proveyéndole la energía emocional necesaria mediante un incentivo adecuado de carácter intelectual, emocional, material y/o espiritual. No es una simple explicación que convence y se estanca en las puertas del razonamiento de modo que el oyente solo piense: "Tiene razón" o "Me ha convencido", sino un argumento que baja al corazón y provoca hacer lo que el orador sugiere. El oyente individual sintoniza la frecuencia del orador porque siente excitadas sus emociones internas y decide hacer algo al respecto ("Quiero hacerlo" o "Lo haré ahora mismo"), o evitar el proceder que se le indique ("No lo haré de ninguna manera"). El peligro es que si el orador solo regala los oídos del público, o no provee razones de peso junto con el incentivo, o no ofrece pruebas ni evidencia bien sustentadas, la motivación se desvanece en el tiempo, o tan pronto como el oyente despierta al contacto con la realidad. Para que una motivación sea sostenible y produzca resultados a corto, mediano y largo plazo, es decir, que pase la prueba del tiempo y la adversidad, necesariamente debe combinarse con la oratoria intelectual y proveer incentivos igualmente sostenibles. (Ver INTELECTUAL)
N
Natural. Llamamos oratoria natural a la que brota del interior del ser humano sin el dominio o conocimiento de los métodos que un experto usaría para preparar, ensayar y presentar discursos. Sin técnica, es una habilidad instintiva y espontánea que a veces pudiera dar en el clavo de la persuasión, por lo que, en nuestra opinión, no le correspondería llevar el nombre de oratoria, porque 'oratoria' envuelve una aplicación consciente del arte o procedimiento para exponer.
Negativa. Llamamos oratoria negativa al discurso que pone énfasis en lo malo, resaltando lo que no se hizo, lo que falta, los defectos, las desventajas, los fracasos e intentos fallidos, en desmedro de lo positivo, lo bueno que se hizo, los éxitos y aciertos. En vez de motivar y levantar la moral, desalienta, roba la motivación y promueve un ambiente desagradable, carente de entusiasmo y buenas vibraciones. Suele ser extremadamente exigente, sarcástico, hiriente y falto de comprensión y empatía.
O
Ontológica. Llamamos oratoria ontológica a la que se caracteriza por la argumentación basada en ideas tácitas, es decir, ideas que el oyente da por sentadas, ideas que no rechazaría. Por ejemplo, "de noche, el cielo se ve negro", "los cambios bruscos de temperatura hacen daño". Nadie va a discutir eso. Es un conocimiento tácito, que se considera obvio o evidente. Diferente de la argumentación basada en hechos que tuvieron que experimentarse a fin de ser comprobados. Por ejemplo, "si uno está aquí, no puede estar allá". Nadie va a discutir eso. El primer estilo se conoce como argumento a priori (antes de) porque es evidente y no necesita experimentación. El segundo se conoce como a posteriori (después de) porque requirió que lo experimentáramos para creerlo o aceptarlo. Sin embargo, no ignoremos con esto que ciertos tratamientos naturistas consiguen la recuperación de la salud mediante cambios bruscos de temperatura, o que a veces el cielo puede verse negro de día cuando hay un eclipse. Lo malo de la oratoria ontológica es que se caracteriza meramente por razonamientos. Es fría y no llega al corazón, lo cual dificulta la persuasión y la motivación. La oratoria eficaz tiene en cuanta llegar tanto a la mente como al corazón.
Original. Llamamos oratoria original a la que no sigue ningún parámetro ni estereotipo de preparación, sino que fluye naturalmente según la inspiración del que habla en pleno uso de su libertad de expresión. Lamentablemente, aunque en algunas ocasiones pudieran resultar discursos muy creativos y agradables, en otras pudieran resultar en las peores metidas de pata debido a la falta de guía y limitaciones, es decir, a falta de criterio en oratoria. (Ver HEURÍSTICA)
P
Pedagógica. Llamamos oratoria pedagógica a la que tiene por finalidad la regulación mental del estudiante mediante el entrenamiento y la disciplina. Se caracteriza por la enseñanza e instrucción con base en teorías y doctrinas que despiertan su facultad de raciocinio, necesariamente acompañada de ejemplos e ilustraciones fáciles de entender y recordar, además de ejercicios de valor práctico.
Persuasiva. Llamamos oratoria persuasiva no solo a la que con razones y argumentos se procura obligar al oyente a mudar de parecer o estar de acuerdo con el orador de modo que constantemente responda mentalmente "sí" a todo, sino a aquella que con motivos e incentivos adecuados seduce su corazón de modo que transforme automáticamente el "sí" en una acción concreta. En pocas palabras, obtener su cooperación voluntaria, y de ser posible, apasionada. Por ejemplo, un oyente puede estar plenamente de acuerdo con el orador, pero permanecer en su asiento como simple espectador. En cambio, una persona persuadida se siente impulsada a hacer algo al respecto, a colaborar, contribuir o poner el hombro ("La comida chatarra es barata, pero podría mandarme al hospital y, a la larga, resultar más cara de lo que parece, tal vez hasta poner en peligro mi futuro. Definitivamente no volveré a comerla"). Eso no se consigue con meras razones ni argumentos. Por otro lado, no entendamos que la finalidad de la oratoria es exclusivamente persuadir, porque también existe la oratoria histriónica o cómica, que sirve para entretener y divertir (Ver CONVINCENTE)
Poética. Llamamos oratoria poética a la que se vale de expresiones hermosas, cargadas de sentimientos, a veces en forma de verso, con los que el autor (ya sea obedeciendo o no las normas del lenguaje) pretende agradar o cautivar al auditorio. "En el alba de la vida, la prístina sensación de libertad de los incautos deslumbra sus corazones sumiéndolos en una constante embriaguez de ensueños y algarabía. Mas en el ocaso, cuando los grandes nubarrones cargados de lluvia empañan su otrora visión fantasiosa del mundo, contemplan montaña abajo la escabrosa senda recorrida sin consideración por los demás, cuando sus pensamientos flotan dispersos en un mar de preguntas que siguen resonando como un eco entre las montañas de su alma: ¿Quién soy y de dónde vengo? ¿Por qué tanto brincar para terminar yaciendo en este lecho de lágrimas? No lo sé. Nunca lo supe. ¿Cómo lo sabré?".
Política. Llamamos oratoria política a la que usan los practicantes del derecho y ciencias políticas, candidatos a puestos gubernamentales o miembros de los poderes del Estado o de juntas directivas de clubes y asociaciones, para discernir, establecer y dilucidar mediante el procedimiento parlamentario lo que ha de hacerse para resolver los problemas del país, región, club o entidad. En términos generales, decimos que una oratoria adquiere corte o tinte político cuando su contenido o forma está muy centrado en crítica y/o instrucciones o recomendaciones acerca de cómo las autoridades deberían hacer las cosas o qué reglas, reglamentos, normas o leyes deben crear, aplicar o derogar a fin de alcanzar los objetivos. "Se debería...", "se debe..." y "se tiene que..." son sus frases características.
Primitiva. Llamamos oratoria primitiva o rudimentaria a la que se utilizó antes de que se descubrieran las técnicas. Aunque a veces se caracterizó por la impulsividad, el descuido y el desorden, y por lo tanto tampoco le correspondía llevar el nombre de oratoria, porque como hemos dicho, la oratoria implica la aplicación consciente de un procedimiento para exponer, existen registros muy antiguos, debidamente documentados, de discursos verdaderamente ejemplares, llenos de candor, caracterizados por el orden, el vigor y la exhortación eficaz. Si bien es cierto que el ser humano siempre fue un artista nato, tanto por sus dibujos y pinturas como por sus escritos, porque la naturaleza constantemente lo movía a buscar, descubrir y aplicar métodos que le permitieran perfeccionar sus obras, entre estas, su manera de exponer ante un auditorio, cada vez que descubría y aplicaba una técnica, su manera de hacer las cosas dejaba de ser primitiva o rudimentaria y se transformaba en arte. La oratoria es arte.
Procesal. Llamamos oratoria procesal a la que usan los abogados o letrados como habilidad jurídica de negociación, la cual tiene su propio protocolo, según las leyes de cada país. Por ejemplo, la oratoria forense. Lamentablemente, hemos descubierto que muchos estudiantes de derecho en diferentes lugares se quejan no solo de recibir poco entrenamiento en oratoria en sus universidades, sino de encontrar poca información gratuita sobre la oratoria procesal en Internet. Oratorianetmovil te ofrece los principios y reglas que rigen la oratoria en general, pero no te guía específicamente respecto a las formas que adquiere la oratoria procesal. Puedes investigar en una enciclopedia web o con Google.
Propagandística. Llamamos oratoria propagandística a la que se usa para comunicar o divulgar un mensaje, idea, doctrina o dogma con la única finalidad de atraer adeptos o seguidores. (Ver PUBLICITARIA)
Publicitaria. Llamamos oratoria publicitaria a la que se usa para comunicar, divulgar o promover una marca, producto, servicio con la finalidad de lanzarlo al mercado o reforzar su prestigio, lo cual también pudiera resultar, directa o indirectamente, en atraer clientes o retener a los que ya lo son. (Ver PROPAGANDÍSTICA)
Q
Quintiliana. Llamamos oratoria quintiliana a la que versa sobre las doctrinas de Marcus Fabius Quintilianus, pedagogo de la Roma del primer siglo de nuestra era, cuyas características fueron publicadas en la obra de doce volúmenes Institutio Oratoria.
R
Religiosa. Llamamos oratoria religiosa a la que usan los líderes de las religiones para hablar a sus feligreses respecto a sus creencias. No debe confundirse con la oratoria espiritual. (Ver RELIGIÓN en el Vocabulario)
Retórica. Llamamos retórica a la oratoria que agrada o deleita con la finalidad de reflexionar, conmover o persuadir. Cuando un discurso solo parece ser un conjunto de expresiones bonitas, la gente suele referirse a ello despectivamente como retórica ("¡No me venga con retórica!"). No debe confundirse con "demagogia", cuya finalidad es obtener o mantener egoístamente el control del auditorio. (Ver DEMAGÓGICA)
Ridícula. Llamamos oratoria ridícula a aquella manera de hablar extravagante, llena de expresiones rimbombantes que algunos inexpertos utilizan creyendo que causarán una buena impresión cuando, en realidad solo provocan risa o fastidio.
Romana. Llamamos oratoria romana a la oratoria que practicaron los romanos de la antigüedad en el idioma latín y que influyó mucho en muchas de las diferentes formas de oratoria clásica. (Ver CLÁSICA)
S
Social. Básicamente, llamamos oratoria social a la que asume dos formas diferentes: 1) la que se usa en sociedad, es decir, en las reuniones de amigos, parientes, compañeros, socios o camaradas. Puede ser formal o informal, preparada o improvisada, dependiendo del carácter de la reunión. Y 2) la que usan los que se dirigen a grandes masas para canalizar sus motivaciones y aspiraciones. Esto es lo que se desprende del significado principal que ofrece el diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, que define lo “social” como algo “relativo a la sociedad o a una compañía, a socios, compañeros, aliados o confederados”; y “sociedad” como una reunión menor o mayor de personas, familias, pueblos o naciones. Sin embargo, tal como la oratoria procesal, la oratoria social tiene que ajustarse a los usos y costumbres del grupo al que se dirige. En el caso que se da en sociedad, deben respetarse las normas de decencia de dicha sociedad o hermandad, y en el de control de masas, las tendencias y costumbres de la mayoría. Cada grupo social tiene costumbres y tradiciones particulares. Desafiar o ir contra lo establecido puede tener un costo muy elevado en términos de imagen. Como en todo riesgo que uno está dispuesto a correr, el orador debe sopesar cuidadosamente todas las variables implicadas y sus probabilidades de persuadir y convencer.
T
Técnica. Llamamos oratoria técnica a la que se caracteriza por la explicación de los métodos, procedimientos o procesos que se siguen para realizar una o más tareas. Un médico cirujano pudiera ser un experto exponiendo la técnica que debe seguirse para efectuar una laparoscopía, pero sentirse completamente inútil e incapaz de decir unas palabras ante un grupo de amigos o colegas en una reunión de camaradería. La razón se esconde tras sus sentimientos. Una conferencia técnica no necesariamente implica las emociones del médico; en cambio, un discurso de camaradería es principalmente un momento para hablar de sentimientos, emociones y sensaciones, algo muy personal o íntimo. Algunos profesionales y técnicos, poco acostumbrados a confesar sus sentimientos, se sienten abrumados y se bloquean como niños a quienes se pesca in fraganti. A los tales les convendría cultivar una técnica que les ayude a hablar con el corazón en la mano.
Tímida. Llamamos oratoria tímida a la que por falta de entrenamiento o conocimiento de oratoria se presenta de manera débil, temblorosa o carente de entusiasmo y ganas. Usualmente el orador tropieza, vacila y titubea durante toda su presentación, tragando saliva con dificultad debido a la sequedad y manteniendo su mirada fija en la pared o enterrada en sus papeles. Evade el contacto visual con sus oyentes, especialmente con los de las primeras filas y no presta atención a la reacción emocional del auditorio. El peligro es que muchos de sus oyentes suelen interpretarlo como desinterés, lo cual a su vez los estimula a distraerse o retirarse física o mentalmente a otro lugar, dispersando sus pensamientos en asuntos ajenos al discurso. El que a estos les parezca que el orador solo cumple con salir, hablar y retirarse lo antes posible, estimula su renuencia y no se sienten involucrados en el tema, no les importa lo que dice, y el propósito del discurso fracasa.
U
Unificadora. Llamamos oratoria unificadora a la que se contrapone a la oratoria hostil. Se caracteriza por un mensaje refrescante, cargado de palabras y frases moderadas. Usualmente se concentra en lo que puede hacerse en el presente y en el natural sentimiento de preocupación por el futuro. No se concentra en los sentimientos de culpa ni machaca en ellos, sino en las lecciones constructivas que pudieran entrañar. El espíritu dominante del discurso es el deseo de lograr satisfacción para todos, generalmente evocando recuerdos de placer que exacerben la sensación de éxito, aprecio y anuencia hacia los intentos de reconciliación. La postura, gestos y ademanes reflejan una evidente motivación tolerante y conciliadora.
V
Vana. Llamamos oratoria vana a la que abunda en explicaciones muy interesantes pero discutibles. El orador suele hacer grandes afirmaciones, pero no presenta ninguna prueba, base ni razonamiento sólido para sustentar ninguna de las cosas acerca de las cuales habla. Generalmente usa palabras, frases, citas, cronologías e historias muy antiguas o rebuscadas ("hace miles o hasta cientos de miles de años"), para que sus oyentes se queden pasmados dando por sentado que goza de una gran sabiduría e iluminación. En realidad, da rienda suelta a una supuesta erudición con la esperanza de que uno o más incautos deseen seguir escuchándolo. ¡Rara vez termina voluntariamente! Parece ser que la única manera de detenerlo es que un pariente, amigo o conocido de carácter firme le ponga un tapón, es decir, que lo silencie con una buena excusa. Entonces proviene una sensación de alivio y paz muy agradables. Es vana porque termina en nada. Es vacía porque no produce beneficios prácticos. El oyente quizás piense: "¿Y eso qué logra?" o "¿A mí qué me importa?". Solo deja a uno con la sensación de que haber perdido el tiempo.
Vivencial. Llamamos oratoria vivencial a la que se caracteriza principalmente por las biografías, experiencias personales, historias de la vida real, anécdotas, ejercicios y dinámicas de grupo. La participación constante de los oyentes les hace sentirse parte del discurso y no solo espectadores. Se los invita a involucrarse en la experiencia, es decir, en el discurso.
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