El autodominio en la expresión oral

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El autodominio se ha definido como la cumbre del logro humano, porque de todas las cualidades semejantes a semilla que una persona puede cultivar, es la más difícil de sembrar, regar, abonar y cosechar.

Basta con recorrer el mundo viendo los noticieros de la noche para notar en lo que resulta la falta de esta importante cualidad. Por todas partes se ve dominación injusta, quejas, indignación, furia y desilusión. Por otro lado, cuando se lo cultiva, sus frutos son correspondientemente positivos.

Gracias al control programado aplicado a muchos de los descubrimientos científicos se ha logrado grandes avances.

Por ejemplo, aunque es fantásticamente poderoso, un rayo láser puede servir para realizar una infinidad de tareas específicas que producen verdaderos saltos tecnológicos. Es un rayo de potencia controlada; eso es lo que lo hace excepcional.

Otro ejemplo, los visionarios de la nanotecnología afirman que en el futuro tal vez se puedan fabricar robots mucho más pequeños que las células para enviarlos en misiones de reparación de desgaste en el ámbito molecular. Sí, cuando se mantiene la ciencia bajo control, se pueden lograr verdaderos milagros.

Algo similar puede decirse de cada uno de nosotros. Aunque todos tenemos un tremendo potencial físico, intelectual, emocional y espiritual, es decir, muy buenas cualidades que pueden ser útiles a la humanidad, ¿acaso significa que nos arriesgaremos hasta el punto de acercarnos al borde de la autodestrucción solo para creer, o hacer creer a otros, que podemos sobresalir entre la multitud? ¿Realmente necesita uno ser el N°1?

De hecho, el lema de la aspiración de atletas griegos y romanos de la antigüedad era: "Citius, altius, fortius" (más rápido, más alto, más fuerte). Actualmente, por todas partes se promueve la filosofía de "ser el primero en todo", es decir, trabajar más horas, entregar el pedido más rápido, procurar el puesto más alto, ir más lejos, batir el récord, ganar un concurso, bucear más hondo, desarrollar más la musculatura, mejorar la figura, resistir más tiempo, ser el más fuerte, aunque alguien termine en el hospital, muera o nunca reciba compensación alguna.

Muchos quisieran jubilarse lo antes posible para llegar más rápido a la etapa de la vida en que dejen de trabajar, porque están cansados de seguir sufriendo la ansiedad de competir contra el fantasma imaginario del éxito; y cuando algunos de estos se jubilan, se olvidan de salir a pasear, visitar a los amigos, asesorar a otros, reforzar el entrenamiento de los nietos o iniciar proyectos nuevos y diferentes y se hunden en la nostalgia o la depresión. Entonces comprenden que, como dice una canción, el número 1 es el más solo de todos los números.

Felizmente otros destacan por su autodominio y comprenden a tiempo que el secreto consiste en controlar su poder, dejándolo salir en dosis concentradas de energía, según se necesite, para llevar a cabo determinados objetivos. Como dijimos antes, la informática y la robótica son dos ejemplos de lo que puede lograrse con un poder controlado. ¿Y qué hace la humanidad al respecto? En vez de aplicar control, es decir, autodominio, en todas las cosas, lo pierden. Por eso, la Bomba Atómica y el SIDA finalmente han forzado a la naturaleza a responder con enormes letreros simbólicos que la clave está en el control y de ninguna manera en hacer lo que nos dé la gana ni en dejar salir todo nuestro poder.

Necesitamos ejercer autocontrol en todos los campos, primero para aprender la ilustración de que uno hace bien al invertir prudentemente su fortuna, aunque sea millonario; y segundo, entender que, si usamos la ilustración del millonario para representar la autosuficiencia, diríamos que sería interesante hacer pequeñas, medianas y grandes inversiones en proyectos de corto, mediano y largo plazo, y de grandes, modestos y pequeños efectos, para servir a la humanidad en todos los niveles posibles hasta llegar con el desarrollo hasta el rincón más inhóspito del planeta.

Las nuevas generaciones aprenderían a ser felices aplicando el mismo procedimiento. Y usando la misma ilustración podríamos decir que, aunque cualquiera puede invertir un millón y producir diez millones, es más meritorio que, teniendo poco, produzca millones a partir de un comienzo modesto. Por eso podemos decir que el autodominio es una de las cualidades importantes que conforman los cimientos de cualquier éxito.

Uno de los campos de "inversión" al que me quiero referir ahora es, por supuesto, la comunicación. Por ejemplo, Oliver Stone, célebre director de cine, respondió así a una pregunta de Pepe Ludmir en una entrevista que le hizo para la televisión, refiriéndose al tremendo impacto que la comunicación había tenido en la historia del mundo: "Se dice mucho acerca del control de armamentos, pero nada o poco acerca del control de la palabra".

Y con razón, porque la palabra ha moldeado a la humanidad. La sociedad humana ha llegado a ser lo que es debido a las ideas que le fueron inculcadas por los medios de comunicación a través de los tiempos, principalmente mediante la palabra.

Por eso, ¿qué puedes hacer si sientes que estás perdiendo la paciencia porque alguien insiste tercamente en llevarte la contraria a pesar de todas las evidencias que le presentas?
  • Deja de insistir

    Imagina que la persona está intentando introducir un malvavisco o marshmellow en una alcancía, o que está queriendo meter un pavo enorme en un horno muy pequeño. Ahora ayúdala a empujar. Verás que pronto dirá: "Mejor intentamos otra cosa".

    En otras palabras, síguele la corriente hasta que por sí misma se dé cuenta de su error, solo entonces tal vez razonará, dejará de oponerse y comenzará a dar cabida a tus observaciones.
  • Introduce una cuña

    Imagina que conversas con una pared. Dicho de otro modo, imagina una situación absurda de la que sería mejor zafarte. Simplemente exclama: "¡Acabo de recordar que...!", "A propósito, ¿y qué piensa usted de...?" , "Dicho sea de paso...", "Eso me recuerda...", "Estoy pensando que...", "¿Cuál es su nombre?", "¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué...?", y desvía la conversación hacia un asunto completamente diferente. Esto se conoce como ‘introducir una cuña’ o distraer a la persona hacia otro tema.
Ejemplos

Manifiestas autodominio cuando mantienes tus cualidades físicas (volumen, velocidad, tono, ademanes y arreglo personal) bajo control. Por ejemplo, en vez de hablarle ásperamente en tono brusco: "Usted es un aprendiz que no sabe nada sobre este asunto.", usa un tono de voz agradable y dile algo así como: "Comprendo su preocupación y punto de vista. Permítame explicarle mis razones y comprenderá por qué lo dije". Podrías usar un ademán discreto, como mostrarle la palma de la mano en vez de apuntar con el dedo índice. No que apuntar con el dedo no esté bien, sino que por tratarse de una situación de conflicto, tal vez sea mejor mostrar la palma de la mano.

Manifiestas autodominio cuando mantienes tus enfoques y puntos de vista (información, impacto, contacto y entretenimiento) bajo control. Por ejemplo, en vez de decir: "Todos somos unos racistas y clasistas irreformables", diles algo así como: "Algunas personas tienden a ver con ojos muy críticos a los de otra raza o posición social". Eso es tratar al público con respeto. En vez de poner mala cara si surgiera un suceso inocente que cayó en gracia, no temas reír con el auditorio.

Manifiestas autodominio cuando mantienes tu tiempo (duración del discurso y las diferentes secciones del mismo y puntualidad general) bajo control. También cuando en una entrevista te dicen que respondas brevemente y resumes la información, o cuando te dicen: "Tiene 30 segundos para darnos sus conclusiones", y no usas más de 30 segundos. Rebasar el tiempo en dichas ocasiones es mostrar falta de aptitud en oratoria.

Por ejemplo, puedes decir: "Dispongo de 10 minutos para responder sus preguntas", "espero que comprendan que, aunque me gustaría explayarme más, es importante mantener mi exposición dentro del tiempo asignado". O cuando una persona llega tarde porque tuvo un suceso imprevisto que estuvo más allá de su control, mostrándole comprensión por sus limitaciones.

Sí, una de las mejores "inversiones" que puedes hacer es, sin duda, aprender a exponer tus ideas con autodominio. Porque solo así sentirás que tu exposición verdaderamente adquiere una potencia inusitada y contribuirás al enriquecimiento de la inteligencia y nobleza de tu auditorio.

Aunque sea casualmente, conlleva desventaja el que el orador pierda el control de sí mismo y se altere. La fuerza de su argumento se debilita en proporción con el arrebato, y la lógica simple se ve eclipsada, incomodando y dividiendo al grupo. Por un lado, las mentes razonables le pierden el respeto, y por otro, a quienes suelen actuar sin reflexionar en las consecuencias les agrada que se exacerben los ánimos.

Peor aún si el orador ha encendido la pasión del auditorio intencionalmente para eclipsar la lógica y conducir a todos hacia un clímax emotivo previamente planeado. Entonces la acción deja de ser casual y se convierte en manipulación. En vez de cohesionar al auditorio, lo divide, porque las mentes razonables perciben la jugada y se apartan, mientras que las personas emocionales se arrebatan, reagrupan y cobran fuerza. No sería raro que el resultado ulterior fuese el caos, porque es casi imposible dirigir con razones ni mucho con una lógica simple a quienes se ciegan por la emoción (no hay peor ciego que el que no quiere ver), ya que después solo quieren oír frases que aviven el incendio de la pasión. De vez en cuando vemos en las noticias a las autoridades de variados países dándose de puñetazos y patadas defendiendo un lado de la cuestión. Su falta de autodominio hace que parezcan niñitos inmaduros. ¿El resultado? Como se dijo, los observadores les pierden el respeto.

Por eso, cuando seas parte del auditorio y veas que la persona que expone, o alguien del auditorio, pierde el control (levantando la voz o hablando tonterías), ten presente que perder el equilibrio o la compostura es fácil. Solo unos pocos alcanzan la cumbre del logro humano: El autodominio. La mayoría ignora su existencia. Aunque patines de vez en cuando diciendo una tontería o falacia involuntaria, lucha por mantenerte bajo control, en equilibrio. Entonces, hasta en dosis pequeñas, tu poder será tremendo. Tu palabra dará en el clavo más a menudo y contribuirás al desarrollo de todos.

Cualidad que se busca en los líderes del futuro


Warren Wilhem, especialista en la gestión de recursos humanos, en su artículo Aprender De Los Antiguos Líderes, escrito para la serie Líderes del Management, explica que los líderes eficaces gozan de menor libertad de comportamiento que aquellos a quienes lideran.

Para poder ser ejemplos vivos de conducta personal, controlan sus impulsos en todo sentido, denegándose ciertas gratificaciones personales que los demás no se denegarían a sí mismos. Porque los seguidores siempre exigen de sus líderes un nivel más elevado de conducta que del promedio de congéneres. Y advierte que los líderes que no están dispuestos a pagar ese precio, tampoco perdurarán como líderes.

El autodominio es ciertamente una cualidad fundamental de las relaciones humanas provechosas, porque nos ayuda a controlar los impulsos de modo que no nos dejemos arrastrar por cualquier estímulo. Uno no tiene que entrar por una puerta simplemente porque la encuentra abierta, ni dobla por una calle simplemente porque hay una flecha. Uno tiene que pensar en cualquier posible consecuencia de tomar una decisión precipitada.

La falta de autodominio puede llevar a una persona normal a perder el equilibrio, es decir, el buen juicio, y cometer atrocidades. En cambio, cultivar esta cualidad nos permite mantener el control en todas las cosas.

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