Orígenes del discurso

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Aunque se trata de una simple interrogante, preguntar por los orígenes del discurso es como pretender ingresar a los almacenes del tiempo y de las matemáticas para discernir el inicio de todas las cosas, para presenciar imaginariamente el germen del razonamiento. Es por tanto, una pregunta espiritual cuya respuesta se remonta al pasado indefinido.

¿Existe el pasado?

Por ejemplo, ¿podrías decir cuál es el número exacto más grande que podría concebir la mente humana, o el más pequeño? ¿O podrías averiguar cuándo comenzó el tiempo o cuándo terminará? ¿Qué es el presente, el pasado y el futuro? La respuesta perfecta sería: No existe un número máximo ni un número mínimo; y el fugaz tiempo presente tampoco existe, porque ya pasó, y el pasado y el futuro son conceptos tan abstractos que la mayoría de las personas ni siquiera se toma la molestia de pensar en ello. Porque ningún ser humano ha podido contener esas respuestas en su mente. Tampoco conoce los orígenes del discurso.

A lo mucho, podemos percibir, discernir o entender que el discurso o razonamiento como tal existe desde que hubo una inteligencia que lo produjo incontables miles o hasta millones de años atrás. Últimamente se oye cada vez más a menudo, en los programas y documentales acerca del universo y lo que lo llena, la expresión: "El diseño", refiriéndose a los intrincados diseños que se ven en la naturaleza. Pero sabemos que no puede existir un diseño sin que medie algún tipo de razonamiento.

Por otro lado, podríamos decir que, aunque haya sido hace tanto tiempo, es como si hubiese sido hace poco que la humanidad se interesó en armar y presentar discursos con diferentes fines. Por ejemplo, el discurso fue necesario para registrar ordenadamente la Historia, para instruir, corregir, dirigir y hasta deleitar el intelecto y las emociones.

Y siendo que el liderazgo siempre ha sido una aptitud que ha exigido el dominio de todas las formas de comunicación que ha habido en cada época, la oratoria fue y siempre será una aptitud esencial de los líderes de todos los tiempos. En la antigüedad, los líderes solo hablaban, cantaban, escribían, dibujaban y tocaban tambores u otros instrumentos musicales primitivos, pero a partir del siglo XX añadieron los recursos eléctricos, electrónicos y digitales que hicieron del uso de gráficos un arte más sofisticado. En realidad, el concepto de liderazgo también es tan antiguo como la oratoria.

Cómo y cuándo surge la técnica o arte

El habla, la escritura y toda manifestación del ser humano se convierten en arte cuando su inteligencia desarrolla una técnica o norma que le permite producir resultados específicos a partir de una motivación. Suponemos que al igual que los pinitos de un niño, primero pintó de cualquier manera, después se percató de que podría hacerlo mejor si seguía ciertos pasos u obedecía algunos principios, y desarrolló una manera de hacerlo que le permitió actos creativos más intrincados. Lo mismo sucedió naturalmente con el habla y la escritura, que dieron como resultado discursos cada vez más elaborados.

Por ejemplo, una simple receta de cocina es una manifestación artística, porque tiene el potencial de dirigir a otros al preparar una comida de modo que produzca un efecto similar en los que la coman. Por ejemplo, el chef de un restaurante tiene la responsabilidad de producir los mismos preparados de calidad que los clientes buscan. Estos saben que tomarán asiento y disfrutarán de un buen plato, porque ha sido preparado siguiendo una receta (o bien una técnica o norma) que producirá buenos resultados. Todos los encargados de la cocina siguen las instrucciones del chef, que domina las técnicas fundamentales. A su vez, aunque el restaurante ofrezca muchos platos, todos estos reflejan tanto la personalidad del chef como el sentido de responsabilidad del administrador. Sabes que, sin importar qué sea lo que pidas, el sabor y la higiene cumplirán con ciertos parámetros. Por eso la clientela suele comentar después acerca de la imagen del restaurante y proclamar su calidad. Servir 3500 platos iguales y producir una gran satisfacción en los pasajeros de un barco de turismo seguramente requiere conocimientos especializados y un gran sentido creativo., ¿verdad?

Algo similar ocurre con un discurso. Si uno aplica una técnica, produce un efecto, dependiendo del objetivo que persiga: ya sea enseñar, corregir, dirigir o simplemente deleitar. De modo que aunque el primer discurso haya sido pronunciado con sencillez e inocencia, tal como seguramente ocurrió con la primera comida, la primera pintura o la primera canción, se convirtió en arte cuando alguien organizó sus conocimientos de tal manera que produjo placer al que lo leyó o escuchó. Los griegos tienen fama por haber diseñado manuales específicos, tanto que se dice que oratoria nació en su tiempo, aunque como vimos, el discurso existe desde que hubo razonamiento.

¿Qué susurra la prehistoria?

Eso nos obliga a remontarnos hasta el comienzo de la Historia, o hasta más allá, a la prehistoria, al tiempo en que, sin palabras, la belleza misma de las cosas comunicaba placer a la vista y al corazón de quien tuvo, por primera vez, la capacidad de atestiguar su maravilla.

Originalmente la comunicación trascendió todos los parámetros y las técnicas. Simplemente era. La Historia de la humanidad se remonta hasta el tiempo en que el ser humano comenzó a narrar o escribir sus ocurrencias, cuando produjo discursos que fueron transmitidos de generación en generación, difundiendo su experiencia. En comparación con la Historia, la prehistoria llega hasta nuestros tiempos como un leve susurro. Por eso la humanidad siente placer al remontarse conscientemente hasta donde descubre escritos, fósiles y otras cosas que narran coherentemente cómo vivieron nuestros ancestros.

Los discursos más antiguos

A pesar de que existen fragmentos muy interesantes de escritos antiguos aquí y allá, y de que también hay muchos libros religiosos y seglares que algunas culturas han conservado (vale decir que mucho antes de que los griegos llegaran a existir como nación), podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que ningún registro compilado ordenadamente por la humanidad en la forma de discursos que reflejen el arte de hablar y exponer en público es más antiguo que La Biblia, cuyo contenido mismo dice remontarse hasta 'el principio'. Todos los años gana el primer puesto en distribución a nivel mundial.

Cierta obra de consulta informa que este excepcional libro, aparte de su indiscutible antigüedad, 'refleja organización, gran uniformidad y el orden sistemático de un autor'. Del rey Salomón (alrededor del año 1000 antes de Jesucristo) se dice que hablaba más de dosmil proverbios y compuso más de mil canciones, las cuales reflejaban palabras correctas y deleitables. Es así como notamos cómo hasta en aquellos tiempos remotos el habla y la escritura ya se cultivaba como discurso. Y aunque eso por sí mismo prueba que la oratoria natural ya existía (y Grecia todavía distaba mucho de ser fundada), no sería justo afirmar que Salomón era un empírico que no conocía ninguna técnica, o que no se rigiera por principios de escritura. Porque para buscar y analizar "palabras correctas y deleitables" y redactar más de dosmil proverbios y escribir más de mil canciones, sobre todo si especialistas modernos reconocen que la Biblia es un libro que refleja 'organización, uniformidad y un orden sistemático', necesariamente tuvo que cultivar el arte de hablar y escribir.

Por eso, al margen de todo, ninguna persona honrada se atrevería a negar que la evidencia apunta al hecho de que el discurso existió como tal por lo menos desde que el hombre tomó conciencia de su Historia. Citar a los griegos o a los romanos o a Dale Carnegie como creadores de la oratoria o del discurso sería, en mi opinión, un exabrupto. Los orígenes del discurso se remontan al pasado indefinido, al tiempo en que se manifestó la primera inteligencia y al día en que nació el concepto de arte.

Lo aquí mencionado es nuestra interpretación sobre los orígenes del discurso. Si el presente enfoque no te basta, ten presente que otros no ven la oratoria como un arte que se origina con la humanidad en sí, sino con civilizaciones más recientes. Por ejemplo, suele decirse que la oratoria nació en Grecia. Pero eso sería semejante a decir que el dibujo nació en Italia, o que las compañías de seguros fueron las primeras en aplicar las técnicas de ventas. Es cierto que Italia destaca en muchos sentidos en el campo de las artes plásticas, que las compañías de seguros compilaron los primeros manuales de técnicas de ventas y que Grecia fue cuna de muchos oradores que alcanzaron fama, pero no sería justo restar ni mucho menos quitar el mérito a quienes hicieron las pinturas rupestres, o decir que Moisés no fue un gran discursante o que los grandes mercaderes del pasado no eran economistas porque no estudiaron en la universidad.

Cualquiera puede reconocer que la oratoria tuvo mucho auge en la Grecia antigua, pero en honor a la verdad nadie podría afirmar sin equivocarse que la oratoria hablada y escrita no existiera desde tiempos inmemoriales. Por eso decimos que la oratoria como medio de comunicación es mucho más antigua que la fundación de Grecia. De hecho, a pesar de que comúnmente se la ve como una actividad hablada, en realidad, como dice el manual “Aprenda a Redactar Correctamente”, la oratoria es una “categoría estética fundamental del arte literario que, en el campo de la comunicación oral ante un auditorio, destaca la unidad de palabra y pensamiento, así como las cualidades de claridad, elocuencia y habilidad para persuadir, instruir y agradar”. Definitivamente, las definiciones de los diccionarios se quedan cortas.

Por tanto, aunque tradicionalmente mucha gente considere a Grecia como la cuna de la oratoria, reconozcamos sinceramente que se trata de una competencia tan antigua como el ser humano.

Es interesante que en su libro Las 11 Leyes Inmutables de la Creación de Marcas en Internet, Al y Laura Ries razonen con lógica acerca de que 'el medio primigenio de comunicación de masas fue la voz del ser humano, y lo sigue siendo de una manera extraordinariamente efectiva'. Lamentablemente, a muchos les cuesta reconocer su verdadera antigüedad e importancia.

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