¿Qué es un discurso

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Dicho simplemente, un discurso es una reflexión, y una conferencia es una conversación.

El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia nos ayuda a entender que un discurso es la facultad de usar la mente (el razonamiento) para reflexionar o analizar los antecedentes, principios, indicios o señales de cualquier asunto con el fin de entenderlo. Por lo tanto, cuando reflexionas, estás discursando, es decir, aplicando tu inteligencia, para entender un tema y hasta para ser capaz de explicarlo inteligentemente a otras personas. Es una tarea que realizas en el interior de tu mente, una línea de razonamiento que sigues al deducir los asuntos.

Ahora bien, cuando expones ante otros los resultados de dichas reflexiones, ya sea ante una o varias personas, para proveerles la información o para que te ayuden a reflexionar aún más profundamente, decimos que estás presentando un discurso público o delante de ellas, lo que significa que los que te escuchan también usan su inteligencia para entender lo que dices. Ese es el sentido principal que le doy aquí para diferenciarlo claramente de la conferencia.

Por lo tanto, un discurso es una línea de razonamiento que te ayuda a discernir o entender un asunto, así como para explicarlo a otros, y cuando lo haces delante de muchos se llama discurso público, para lo cual le añades un comienzo que despierte el interés en lo que dirás, y una conclusión que mueva a actuar.

Para acumular poder político, religioso y comercial muchos han aprovechado la influencia de los discursos debido a que, por lo general, las masas parecen dejarse impresionar fácilmente por quienes tienen gran habilidad para interpretar sus necesidades, particularmente las emocionales, ya sea mediante grandes promesas, aun las que nunca podrían cumplirse, o aparentando ser ejemplares ante la sociedad, tomando la iniciativa para enfocar y proponer la solución a ciertos problemas apremiantes o desplegando cualidades directivas.

Lamentablemente, aunque la historia está tachonada de discursantes y discursos, algunos que pudieran parecer notables desde un punto de vista meramente intelectual, hoy suele comentarse que la sociedad en casi todas partes parece haber entrado en crisis. No falta quien saque a relucir el asunto del liderazgo eficaz, ya sea promocionándose y erigiéndose personalmente en un líder, o llamando atención a la necesidad de proponer a alguien, quien a su vez nuevamente se valdrá del discurso para captar adeptos.

No obstante, el discurso no debería ser necesariamente una herramienta asociada con el poder. Es principalmente una herramienta docente. Por eso la utilizan los maestros para impartir instrucción, incluidos los que capacitan al personal de las empresas.

De hecho, si todos los padres de familia se valieran de los principios que rigen el arte de preparar y presentar discursos, lo cual implica familiarizarse con ciertos principios de motivación y relaciones humanas, seguramente lograrían mejores resultados al comunicar sus enseñanzas a sus hijos.

También se valen del discurso los vendedores, las secretarias, los médicos, abogados, ingenieros, científicos, periodistas y demás profesionales y técnicos que sirven a la comunidad de muchas otras maneras en toda clase de puestos de responsabilidad, que no van necesariamente tras el poder político, religioso o comercial. En otras palabras, el discurso bien empleado es en sí mismo una herramienta eficaz de comunicación, y el que algunos lo hayan utilizado exclusivamente con el objetivo de manipular, acumular poder o dominar a otros denota lo peligroso que puede resultar en manos de gente sin escrúpulos, inmodesta o carente de humildad.

¿Qué te recomiendo? ¿Dar un discurso o conferencia?

Depende. Para comenzar, algunos prefieren presentar un discurso, no una conferencia, porque les resulta más soportable dirigirse al auditorio en un solo sentido: Decir lo que piensan y punto. Les interesa poco o nada la reacción de sus oyentes.

Pero no es el mejor método. Lo mejor es dar la conferencia, porque implica dialogar con los oyentes, recoger sus inquietudes de primera mano y responder en tiempo real a sus inquietudes, desde el principio. Esto es hablar de manera que ocurra una conversación, ya sea audible o retórica.

Los que solo tienen la meta de convencer suelen hablarle al auditorio, es decir, dirigirse a sus oyentes con una explicación o sermón procurando que concuerden con lo que dijo (que respondan mentalmente con un "sí" rotundo); pero aquellos que tienen la meta de persuadir suelen ir más allá y conversan con el auditorio, dialogan con sus oyentes directa o retóricamente con la finalidad de que se sientan movidos a hacer algo al respecto.

En otras palabras, los que discursan le hablan al público y hacen muy pocas pausas de reflexión. Son metralletas de argumentos, pruebas y testimonios que causan que el auditorio piense: "¡Qué gran orador!". Pero los que conferencian usan un tono más bien pausado y conversacional, inspiran calor de amistad y suelen hacer silencios de reflexión para que las ideas bajen al corazón y muevan a acción. Hablan con el oyente y sintonizan con su fuero interno: "¡Haré lo que usted sugiere".

El discursante le habla al auditorio para razonar con él, pero el conferenciante habla con él para moverlo a actuar. El discursante convence; el conferenciante persuade.

Dependiendo de la forma que adopte su explicación, el auditorio permanece pasivo, pensando en lo que se dijo, o activo y movido a actuar, porque quiere hacer algo al respecto. Viceversa, el auditorio puede calificar una presentación como discurso o conferencia dependiendo del efecto causado. Si los oyentes solo reflexionaron, fue un discurso. Pero si se sintieron motivados a dialogar y hacer algo al respecto, fue una conferencia.

Por tanto, discursas cuando te diriges al público valiéndote de razonamientos, reflexionando y analizando los antecedentes, principios, indicios o señales de los diferentes temas de tu interés con la finalidad de discernirlos. Es decir, reflexionas mentalmente y en voz alta aplicando tu inteligencia para profundizar el asunto de modo que puedas explicarlo hábilmente a los demás. Pero conferencias cuando das lugar a una comunicación de doble vía y motivas al público a hacer algo.

El discurso es una tarea que realizas en el interior de tu mente, una línea de razonamiento que, si deseas, puedes presentar ante un auditorio, en cuyo caso se denomina discurso público.

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