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Como bien lo demuestran muchas experiencias en Internet, una gran cantidad de personas se dejan llevar fácilmente por toda clase de cuentos, fantasías, promesas falsas, mentiras y tonterías. Otras se aseguran de no estar cayendo por el mismo hueco. Averiguan, investigan a fondo y se aseguran de que lo que creen tiene el respaldo de una comprobación pragmática.
Respecto a la oratoria, la escritura y el habla, sabemos que unas personas escriben bien, aunque su tono de voz es desagradable; otras escriben mal, aunque su tono de voz es muy agradable; otras escriben bien y hablan bien, pero el contenido de sus palabras se pierde en la ilusión; otras escriben mal y hablan mal, aunque el contenido de sus expresiones están bien documentadas y tienen un gran valor práctico; otras hablan bien con una o dos personas, aunque se bloquean completamente cuando están frente a un auditorio de 500 personas; y aún otras hablan bien ante 500, pero se sienten incómodas frente a dos o tres personas.
Otras, que nunca hablaron en público, simplemente se lanzan y lo hacen bien a la primera oportunidad; otras, que están acostumbradas a hablar en público, nunca lo hacen bien; otras quisieran evadir la experiencia; y a otras les encanta hablar en público; aún a otras hay que pegarles con un látigo para que se callen o terminen su exposición. Unas preparan un discurso interesante a partir de una idea sencilla; otras tienen diez mil ideas, pero les cuesta mucho definir un tema e hilvanar las ideas. Unas pueden prepararse solas; otras necesitan ayuda.
Aunque unas han desarrollado habilidad para presentar información pertinente y clara, otras han llegado al colmo del aburrimiento; unas entretienen mucho, aunque la información que presentan es fofa; otras dejan una impresión imborrable por lo confusa y enredada que fue la disertación, y otras, aunque hablan con absoluta coherencia, no logran que sus oyentes recuerden después nada de lo que dijeron.
Unas piensan que dominan la oratoria, aunque carecen del llamado carisma; otras desbordan de carisma, aunque saben muy poco de oratoria; unas piensan que la oratoria es una cualidad vital para el éxito en cualquier campo; otras se engañan pensando que pueden prescindir de ella. Unas creen que si no hablan en latín, no es verdadera oratoria; y otras, hablan latín, pero no reciben mucha acogida en el mundo moderno.
Hay quienes estudian y profundizan la oratoria y el lenguaje a tal grado que después menosprecian a quienes no están a su nivel; y hay quienes estudian y profundizan para compartir con otros lo que saben y disfrutar de ver cómo desarrollan sus cualidades para hablar en público. Hay quienes piensan que la oratoria es solo para quienes la llevan en la sangre por herencia genética, y hay quienes aunque reconocen que una predisposición genética puede influir, cualquiera puede cultivar suficiente interés como para explotar sus cualidades y hacerlo muy bien.
Hay quienes reservan el término oratoria para ciertas piezas de literatura que llenan ciertos requisitos establecidos por alguna orden o comunidad intelectual, y quienes suponen que cualquier clase de expresión en voz alta frente a un auditorio se convierte automáticamente en oratoria.
Y podría añadir a la lista más mitos, realidades y expectativas que la gente tiene acerca de la oratoria. Lamentablemente, la variedad no anula la incompetencia. Y es aún más lamentable que pululen los maestros, catedráticos y líderes que adolecen de una o más de las cualidades esenciales para exponer.
Mitos
Dicho sencillamente, un mito es la invención de una mente muy imaginativa. Hay mitos inofensivos y mitos perjudiciales. La gente imagina e inventa cosas, y hasta llega a creer en ellas como si existieran. Por lo tanto, se ocasiona un beneficio o perjuicio dependiendo del tipo de invención. Los griegos regían sus vidas por la mitología helénica, pero ¿quién cree hoy en la mitología griega como base para un modelo de vida?
Por un lado, inventar cosas es excelente, porque los grandes descubrimientos tuvieron su origen en una imaginación de la mente humana. Cuando la intuición de Henry Ford lo impulsó a crear el famoso motor V8, sus ingenieros decían que era imposible diseñar siquiera algo parecido, aun demostrando con hechos y resultados de estudios que se trataba de una idea irrealizable. Ford les recordó que les pagaba para que trabajaran para él y que sus órdenes eran seguir intentándolo hasta conseguirlo. Cierto día, después de un sinfín de fracasos, dieron con la clave y fabricaron el soñado y famoso motor Ford V8.
Por otro lado, algunos sueños han arrastrado a muchedumbres enteras a un abismo de dolor. Por ejemplo, de vez en cuando oímos reportajes alusivos a grupos que se inmolan en masa o toman alguna otra trágica decisión solo porque alguien los entusiasmó con un supuesto beneficio maravilloso en 'La Cuarta Dimensión', en el "Planeta Cero" o algo así.
Respecto a la oratoria, la gente también inventa cosas. Por ejemplo, muchos piensan que la oratoria es un don especialmente reservado para personas especialmente dotadas por la naturaleza que tienen el 'carisma' o 'poder' de cautivar a cualquier auditorio, arrastrándolo por una vorágine emocional hasta el borde del hipnotismo; y después, cuando escuchan a un orador que habla como un ser humano normal, piensan que carece de 'espíritu' o 'motivación'. Porque han confundido el desbordamiento emocional o enajenación con el saludable sentimiento del entusiasmo.
Otro mito gira en torno de lo que algunos consideran "grandes oradores de la historia". Al contemplar cómo acaudillaron a las muchedumbres, quieren hacer lo mismo. Pero no reflexionan en los resultados y las consecuencias finales. El pragmatismo, que consiste en evaluar una verdad por sus efectos prácticos, puede ayudarnos a discernir cuán inconveniente es copiar la oratoria de tal o cual orador. No solo se debe pensar en el impacto emocional, sino en la trascendencia del mensaje. El que alguien acumule fama y dinero no lo convierte automáticamente en un ejemplo que imitar, ¿verdad? Hay criminales famosos.
Otro mito es que hablar en público eficazmente sea simplemente una cuestión de ponerse de pie y hablar con entusiasmo, que no requiere el estudio de ninguna técnica. Pero cuando estas personas estrellan su imagen contra las rocas, se despiertan del mito y se dan cuenta que se arriesgaron demasiado y lo pagaron caro. Entonces buscan al culpable y lo encuentran: Su flojera mental y su renuencia orgullosa a detenerse a pensar y pulir los defectos que echarían a perder lo que de otro modo tal vez pudo marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. La oratoria puede inclinar la balanza en una contienda electoral.
Otro es que los mudos y sordomudos no pueden practicar la oratoria, o que la oratoria solo está reservada para quienes pueden proferir habla.
Otro es que "el intérprete no importa". Hay especialistas brillantes que dictan conferencias magistrales sobre temas importantísimos, pero en otro idioma. El organizador selecciona un intérprete porque en su currículum dice que entiende bien ambos idiomas (el del orador y el del auditorio), suponiendo que la conferencia será un éxito. Y el orador da por sentado que la persona que interpretará su conferencia es idónea para el cargo por el simple hecho de dominar el idioma.
Realidades
Ahora hablemos de la realidad. La realidad es lo opuesto al mito, es decir, puede verificarse. Por ejemplo, mucha gente reconoce a Dale Carnegie como merecedor de los mayores créditos por el esfuerzo que hizo desde comienzos del siglo veinte para bajar la oratoria desde las nubes de la mitología y ponerla al alcance de cualquiera que deseara o necesitara presentar un discurso en cualquier lugar. El resultado fue más que sobresaliente. Los asistentes a sus clases experimentaron un notable desarrollo de la personalidad mejorando sus relaciones humanas y aprendiendo a vender sus ideas, productos y servicios
Literalmente cualquiera puede sacar provecho de los principios de la oratoria si los aplica a toda faceta de su vida cotidiana. De ninguna manera se trata de una habilidad reservada para personas especialmente dotadas por la naturaleza o que dominen el latín, el griego o el sánscrito. Si estudias acuciosamente las técnicas, puedes llevar tu desarrollo hasta el punto que lo desees. Cuanto más practiques, mejor.
Por supuesto, el que domines la oratoria de ninguna manera significa que tienes que aplicar todas las técnicas en su máxima expresión. Pensemos en el famoso rayo láser. Aunque su poder es increíble, se puede regular para remover algo tan delicado como unas cataratas de los ojos. Así sucede también con la oratoria. Se convierte en un poder que puedes organizar y dirigir de manera controlada para causar los efectos que necesites.
Si deseas persuadir, te preparas para persuadir; si solo deseas convencer, te preparas para convencer; si deseas instruir, te preparas para instruir; si solo deseas hacer reflexionar a tus oyentes, te preparas para hacerlos reflexionar; si tienes que dirigir, te preparas para dirigir. Tu objetivo dicta las técnicas que debes reforzar y cuáles puedes obviar. No es verdad que el objetivo de la oratoria sea siempre convencer o persuadir. porque también sirve para informar, como cuando se presenta el informe del clima, el estado de cuentas de un club o para deleitar, como hacen los comediantes y poetas.
Por otro lado, como vimos, la oratoria de ninguna manera es un arte reservado para pocos. El habla es una habilidad natural que casi cualquier ser humano de cualquier edad o condición puede ejercer si se lo propone. Y lo hará mejor si allana algunos obstáculos, adquiere ciertos conocimientos y rectifica algunas cosas. ¡Hasta una persona que se comunica en lenguaje por señas puede sacar provecho de los interesantes principios de la oratoria, porque se trata de un arte relacionado íntimamente con toda otra faceta de la comunicación! No tener habla, vista, oído piernas o brazos no es impedimento para la práctica del arte de exponer en público. Es solo que la persona no podrá usar todas las cualidades de que otros disponen. El lenguaje de señas es simplemente otra forma de idioma.
Una vez vi pasar a mi lado una impresionante camioneta 4x4 con unos neumáticos tan grandes que le daban apariencia de tanque. De repente, después de estacionarse, vi con cara de idiota que el conductor era una joven de baja estatura. ¡Cómo pudo ser capaz de controlar semejante bestia! Y peor cuando vi que ingresó sin zapatos a una academia de karate, vestida de blanco y con un grueso cinturón negro, dejando a sus dos enormes perros dentro de la camioneta. ¡¡Mi cerebro parecía tan vacío, jajajajaj!! ¿Por qué lo digo? Porque las apariencias engañan. Igualmente, no es cierto que un sordomudo no pueda hablar en público si usa el lenguaje por señas. Basta un intérprete.
Quién diga que los mudos no pueden exponer en público, o que a los ciegos, mancos y cojos les está vedada la oportunidad, está cultivando y promoviendo un mito. Hellen Keller, Beethoven y José Feliciano son como esa jovencita de la ilustración. Simplemente aprendieron técnicas para hacer lo que quisieron, y punto. Por supuesto, no estoy sugiriéndote comprar una 4x4, un piano o una guitarra, ni tomar clases de karate o conseguir un par de perros. Solo quiero enfatizar que cualquiera puede descollar en el campo que quiera si no se considera inferior a los demás. ¿Qué hay de ti? ¿Crees en el mito de que la oratoria no es para ti? ¡Nada más falso!
Por otro lado, el hecho de que un intérprete domine el idioma del orador y del auditorio, actuando como intérprete de una conferencia, de ninguna manera es necesariamente un indicativo de que la conferencia será un éxito. Si el intérprete ignora los principios de la oratoria, de modo que no use un volumen, velocidad, tono ni pronunciación adecuados a la ocasión, se limitará a interpretar la información echando a perder el impacto y la concentración del auditorio (y muy probablemente la del orador), y por tanto, el beneficio.
Por ejemplo, si tropieza a cada rato, tiene exceso de muletillas del tipo "eeee", vez tras vez vuelve atrás para corregir algo que dijo mal, o tiene un tono de voz monótono, se convertirá en un factor de distracción y quizás de aburrimiento, el auditorio se resentirá y el provecho será de inferior calidad.
Un orador que se percata de que el intérprete no está contribuyendo al éxito de su discurso, podría estresarse y resentirse, poniendo en peligro su desempeño general.
No estoy diciendo que el intérprete deba figurar o proyectar su imagen físicamente, pero sí que la imagen de que proyecte con su palabra afectará el éxito del discurso.
Por eso, siempre le viene muy bien a un intérprete familiarizarse con algunos principios de oratoria que pueden potenciar su desempeño profesional.
Es cierto que un intérprete hace bien estudiando técnicas del lenguaje, pero le irá mejor si también estudia técnicas de desempeño en oratoria. ¿Por qué? Porque podrá ponerse en los zapatos del orador y contribuir al éxito del discurso poniendo todo de su parte no solo para que se le entienda, sino para mantener la motivación y concentración del auditorio.
Expectativas
Una expectativa es una esperanza. Los instructores de oratoria, abrigan en el fondo la esperanza de compartir sus conocimientos con los demás para que aprendan a disfrutar el placer de tomar la palabra en cualquier momento.
Imagina que en cierta ocasión, un amigo que organiza grandes reuniones de capacitación te llama urgentemente porque un orador ha enfermado y no puede presentar su conferencia. Te da el título y te cuenta, a grandes rasgos, de qué trata el asunto. Le dices que no hay problema, que puedes reemplazarlo, siempre que te permita darle tu propio enfoque. Aceptas y te diriges inmediatamente al lugar. Durante el trayecto, ordenas tus ideas, recuerdas algunos casos y decides cómo comenzar. Y siendo que el comienzo es el momento más tenso, ensayas palabra por palabra lo que dirás al subir al escenario.
Cuando llegas (raspando el reloj) y pones un pie arriba, el presentador, que aparentemente no coordinó bien, dice tu nombre correctamente, pero presenta el discurso con un título completamente diferente, que no tiene nada que ver con el tema que tu amigo te había solicitado. ¡¡Wákala!!
No hay tiempo para reclamar nada a nadie. No hay tiempo para pensar en nada. Tu única opción es frenar en seco, darte media vuelta y retirarte con el rabo entre las patas, o pensar que tu reputación está en juego, que al auditorio no le interesa si te sientes feliz o frustrado, y que solo están esperando escuchar un buen discurso. ¿Qué harías? Por un momento piensas, "¡¡Sabotaje, es una trampa, mis enemigos quieren quemarme con todas sus bombas!!".
Felizmente, conoces las técnicas de oratoria y el tema es sobre relaciones humanas y comunicación, de modo que no estás tan perdido. Sales al frente y dices, por ejemplo: "¡¡Los directores de las empresas tiemblan de miedo cuando ocurre una absorción!! Porque saben que lo primero que harán los nuevos accionistas que compren la empresa, será quitarlos de sus puestos y reemplazarlos por otros que se muestren más competentes.
Así es como funciona el sistema. ¿Y cómo está el mercado laboral? ¿Crees que conseguirán trabajo? Saben que en cada empresa donde toquen la puerta habrá cien especialistas competentes haciendo fila por el mismo puesto de trabajo. ¿A quién preferirán? (y alzas la voz) ¡¡¿A uno que acaba de ser despedido por ineficiente!!? Por eso, para los directores de las empresas, la cuestión principal es: (haces una pausa y repites) Para los directores de las empresas, la cuestión principal es generar valor para los accionistas. ¡Valor añadido! Ese el secreto del éxito empresarial. ¡Valor añadido!".
Wow! Todos se quedan congelados en sus asientos. Parecen gatos frente a un pajarito, y tú te sientes como Piolín, en perfecto control de tu tema. Pero ¿de dónde te salió? ¿Cómo supiste por dónde empezar? ¿Cómo supiste qué orientación darle a tus pensamientos? Y lo más importante, ¿crees que te menospreciarán? De ninguna manera. Te escucharán con respeto y agradecimiento.
En cierta ocasión, un amigo pasó por una experiencia semejante, pero supo capearla magistralmente. Al final, uno de los asistentes de le acercó, le estrechó la mano y le dijo algo así como esto: "Me invitaron de casualidad. En realidad, no domino el tema ni entendí los aspectos técnicos de lo que dijo, pero sus ejemplos fueron excelentes, de mucha utilidad hasta para alguien que no conoce el tema. Y lo felicito, porque en mi mesa todos quedaron encantado con su explicación".
Por supuesto, esto de ninguna manera significa que tienes que hablar en público en cualquier momento en que caprichosamente alguien te pida que hables, tal como un cantante tampoco aceptaría cantar en cualquier momento que la gente se lo pidiese. Pero en toda expresión de arte existe una inspiración, y cuando el artista está mental y emocionalmente envuelto en un asunto, más aún si se trata de comunicar un mensaje que podría trascender, está feliz. La oratoria es un arte.
Las expectativas que las personas tienen de la oratoria son tan variadas como ellas mismas. Unos quisieran aprender a exponer en público con elocuencia porque reconocen que perdieron tiempo y oportunidades por no saber comunicarse. Otros quisieran que sus hijos aprendan oratoria, para que de ninguna manera les ocurra lo mismo. Y otros lo hacen para superar la timidez, porque saben que la oratoria contribuye notablemente al desarrollo de la personalidad. En tu caso, ¿cuál es tu motivo?
Los centros de instrucción básica, intermedia y superior de los llamados países menos desarrollados imitan lo que se hace en los países adelantados. En estos se está incluyendo cada vez más la instrucción de la oratoria como una materia esencial del desarrollo de los estudiantes.
Lamentablemente, no pocos maestros carecen de un método que al mismo tiempo sea dinámico y efectivo, de modo que arman un curso basándose en su falta de experiencia y terminan criticando los defectos de todos sus estudiantes, y, en vez de levantarles la moral y hacerles sentirse fuertes, los apisonan con explicaciones aburridas, tareas irrelevantes y evaluaciones absurdas. En otras palabras, convierten las clases de oratoria en un sufrimiento más.
Ya no existe el tabú
Lo importante es que hace mucho que se ha derribado el tabú. Muchos ya le sacan provecho a su oratoria en su trato diario. Las empresas ahora reconocen que sus recursos humanos, desde el grande hasta el chico, rinden mejor cuando reciben un entrenamiento sostenido a lo largo del año. ¿Qué hay de ti? ¿Tienes una expectativa personal relacionada con tu manera de exponer en público? ¿Alguna meta en particular que la oratoria te ayudaría a alcanzar?
Aunque es cierto que a primera vista una clase de oratoria parece aburrida y tediosa, los miembros del Toastmasters, por ejemplo, tienen sesiones de lo más entretenidas. Y aunque las clases de Las 4 Leyes de Técnicas Dinámicas Para Hablar en Público duran dos horas cada una, terminan antes de que la gente se dé cuenta de que el minutero del reloj dio dos vueltas. Y los asistentes a las sesiones del Dale Carnegie Course, cuya duración es de 4 horas por clase, quisieran que duraran más. En todas partes se está reconociendo abiertamente que la oratoria eficaz es un pilar del éxito. ¡Nada tiene que ver con el aburrimiento! ¡Es excitante!
Por lo tanto, pon a un lado los mitos acerca de la oratoria, procura sintonizar con la realidad y súmale tus expectativas para que descubras el placer de tomar la palabra en cualquier momento.
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