Por qué expresarnos amablemente

(Volver a la Casilla 3)



Cierto día que evalué a un estudiante ante la clase, uno de los mejores alumnos se percató de que yo había pasado por alto el principio de felicitar antes de mencionar el punto débil. Evidentemente se veía ofuscado. Me esperó al final de la clase, me llamó a un lado y me dijo sin ninguna amabilidad ni contemplación: "No me gustó que le dijera en qué tenía que mejorar sin haberlo encomiado primero. Porque usted dice que primero se debe felicitar y luego mencionar el punto débil".

Yo le escuché con gran atención y respeto, pero entonces le fijé la mirada y comencé a sonreír. "¿Qué pasa? -me dijo- ¿Por qué se ríe?". Y le respondí: "Usted acaba de pasar por alto el mismo principio". Me quedó mirando perplejo, y comenzó a reírse. No se dio cuenta de que no me había felicitado antes de decirme mi punto débil, sino que inmediatamente había expresado su crítica sin ninguna amabilidad. Entonces añadí, dándole una palmadita en el hombro: "No se preocupes. A todos nos pasa. Pero de todos modos, te agradezco mucho recordármelo. Se nota que eres una persona muy observadora, y eso es excelente. Sigue así. Todos debemos recordar cuán esencial es la amabilidad al abordar a las personas."

Ser amable es una condición tan profunda que nadie la notaría a menos que la manifestáramos con actitudes y expresiones específicas. Pero reporta grandes beneficios.

Algunas personas tienen dificultad para conversar amablemente, ya sea en persona o por otros medios; y otras instan a los demás a expresarse con amabilidad. Pero ¿cómo y por qué procurar que una conversación sea amable?

El corazón -es decir, los sentimientos- de las personas es comparable a un caracol, en el sentido de que se encierra bajo un caparazón cuando se siente amenazado, y solo sale a comer cuando tiene hambre y no hay amenazas a la vista. Tratar a las personas con dureza y desconsideración las intimida y pone a la defensiva. Ningún maestro está eximido de esta responsabilidad. No hay mérito en maltratar emocionalmente a la gente ni pisotear su autoestima, a no ser que uno desee destacar entre todos por su falta de habilidad para obtener cooperación inteligentemente.

Obtener cooperación por medio de tratar mal a las personas jamás ha producido los mejores resultados, porque cuando se pisotea su dignidad las personas no se sienten comprometidas a realizar su mejor trabajo. No sienten lealtad ni satisfacción. Solo lo hacen por un mero sentido del deber o a cambio de una recompensa. Porque sin beneficios reales no se fomenta la máxima cooperación.

Se dice que 'la comprensión de los objetivos y los métodos no es necesaria para la cooperación', o sea que, para que alguien coopere no es necesario explicarle nada ni que entienda por qué debería cooperar. Y es cierto, en el sentido de que se puede obligar a una persona de modo que coopere. PERO no genera ni fomenta la lealtad que necesaria para que realmente se logre una máxima cooperación profunda y sostenida. 

De hecho, la falta de entendimiento o de comprensión de los objetivos y los métodos podría llevar, a la larga, a actos de traición y venganza, y al derrumbe de proyectos que dependían de una plena cooperación.

Por ejemplo, la palabra "Odebrecht" llegó a convertirse en un estigma negativo en la hoja de vida de muchos que postularon para un puesto de trabajo después de haberse quedado en la calle, cuando se denunció a la compañía por actos de corrupción en su manejo  empresarial. Trabajadores competentes y honrados de muchos países conocieron una nueva pieza en el rompecabezas de su entendimiento respecto al significado de la lealtad y la confianza. ¿Y qué pasó con su cooperación?

Algunos tratan con severidad a sus subalternos porque lo ven por televisión y videos en los ejercicios de las fuerzas armadas de los países. Pero el mundo comercial no son las fuerzas armadas, por muy dura que se ponga la competencia. Los soldados pueden caer en manos enemigas y tener que soportar un trato muy cruel, por lo tanto, se los trata con severidad para endurecerlos de modo que el enemigo no los intimide. Pero ese no es el caso de una compañía dedicada a los negocios.

En una compañía, esa clase de trato significaría una supervisión exagerada sobre el empleado, lo cual, a la larga, aumentaría las deserciones y estrecharía el ciclo de rotación del personal, perjudicando los intereses de los accionistas por medio de incrementar los costos de capacitación y entrenamiento. A largo plazo, se vuelve agotador para todos. Nada rentable. Se tendría que capacitar a una persona nueva a cada rato, y los empleados nunca alcanzarían el nivel de eficiencia que realmente se requiere para que los procedimientos fluyan cómodamente, y si la alcanzaran, pronto se desmoralizarían, se hartarían y se retirarían o se le despediría. No tiene sentido.

El efecto de una palabra cortés

Muchas veces bastan unas cuantas frases amables para transformar una plática áspera en un diálogo agradable. Por ejemplo, puedes decir cosas como: Mucho gusto, es un placer conocerte, ¿me permites ayudarte?, ¿puedo preguntarte algo?, encantado(a), por favor, gracias, ¿tendrías la amabilidad de pasarme esa hoja de papel?, aprecio mucho tu ayuda, te felicito sinceramente, ¿te ayudo? ¿Puedo ayudarte? ¿Es primera vez que vienes por aquí? Esa clase de expresiones inspiran confianza y animan a la apertura y a la cooperación.

Usa actitudes corteses

Algunos creen que presionando con fuerza la mano de la otra persona al saludarla le comunican seguridad y confianza. Y es cierto que la seguridad con que uno estrecha las manos puede comunicar eso. Sin embargo, ¿por qué alguien querría presionar demasiado las manos a otra persona, hasta el punto de causarle dolor o incomodidad? ¿No será por otros motivos?

La falta de cortesía no solo puede comunicarse con palabras, sino también con actitudes. Es apropiado presionar con seguridad y cortesía, porque algunas personas esperan que se las presione un poco más cada vez, pero nunca hasta el punto de causarle dolor o incomodidad. No queremos que se vaya a casa murmurando ni sufriendo indignidad. Hay una diferencia entre comunicar firmeza y confianza, y comunicar rudeza y maltrato. Por ejemplo, evita presionar mucho la mano de las personas al saludarlas, para que no te recuerden como una bestia salvaje.

En el otro extremo, tampoco es conveniente presionar tan débilmente que les parezca que están agarrando un trapo. La cortesía exige mostrar interés en la persona, y el grado de interés puede percibirse con las manos. Hemos visto que demasiada fuerza puede expresar brusquedad, y demasiada fragilidad puede expresar debilidad. Mucha fuerza ahuyenta, mucha debilidad despierta lástima.

Conecta a las personas

Recuerda presentar a las personas que están contigo, no solo diciendo sus nombres, sino un detalle sobre su personalidad por el cual puedan recordarlas. Por ejemplo: "Te presento a Luis, es oftalmólogo", "Permíteme presentarte a Betty, que está inscribiendo a los participantes", "Carlos, te presento a Roberto, el esposo de Mary". Pasar por alto la presentación podría interpretarse como una descortesía. Si lo olvidaste, bastará con decir: "Ah, disculpa, te presento a [...]", y asunto arreglado.

No destaques por la verborrea

Hay gente que cuando le dan la palabra, hubiera sido mejor ponerles un parche en la boca. Comienzan a hablar y no tienen cuándo parar. A esas les convendría tomar un curso para callarse en público. Es una descortesía hablar sin permitir que los demás participen.

Si tienes habilidad para conversar, pregúntate: "Cuando me conceden la palabra en una conversación habitual, ¿suelo consumir el tiempo hablando solamente de lo que a mí me interesa, acaparando la atención de todos y centrando sus miradas solo en mí? ¿O más bien, incito la participación, haciendo preguntas y procurando que los demás se expresen, apartando un poco la atención de mí mismo y guardando un silencio respetuoso para oír lo que ellos también tengan que decir? Recuerda: Consume el tiempo solo si recibes indicios claros de que les encantaría oír tus relatos. Si no, caerás muy mal y pasarás por descortés.

A menos que se trate de un discurso, permite que los demás también participen. No los interrumpas a cada rato para volver a tomar el control y apabullarlos con tu verborrea. Facilítales las cosas para que tomen parte. A menos que se trate de un discurso, permite que los demás también participen. No los interrumpas a cada rato para volver a tomar el control y apabullarlos con tu verborrea. Facilítales las cosas para que tomen parte.

Recuerda los pequeños detalles


Haz los favores rápidamente y sin brusquedad. Manipula las cosas de los demás con delicadeza y consideración. Devuelve cuanto antes esa llamada. Responde cuanto antes las cartas que te hacen llegar. Defiende los derechos de los demás de la misma manera como defiendes los tuyos. Sé un amigo leal.

En vez de hablar todo el tiempo como una cotorra acerca de lo que a ti te interesa, llenando el aire con tu voz y con nada más que tu voz, concentrando la atención en ti, habla con entusiasmo de las cosas que interesen a la otra persona, sin acaparar la conversación, haciendo preguntas a uno y a otro, usando frases de cortesía y desplegando un trato amable. El resultado es que no solo estimularás la comunicación, sino que dirán de ti: "¡Qué amable es esa persona!", y te abrirán la puerta adondequiera que vayas. ¿No es ese un gran beneficio por el que vale hacer el esfuerzo?

Tratar mal a los demás trae malas consecuencias

Cierto cliente de un restaurante solía maltratar emocionalmente al empleado que le servía diciéndole palabras poco amables. No sabía que el vengativo empleado siempre escupía en su plato antes de llevárselo. Las cosas llegaron al colmo el día que el cliente mordió pequeños trozos de vidrio, lo cual terminó en un escándalo. Le hubiera ido mejor siendo amable.

Cierta familia que vivía en un edificio de viviendas compró un equipo de sonido de última generación. El día del cumpleaños del dueño de casa lo comprobarían. De hecho, bebieron licor hasta embriagarse y se descontrolaron, bailaron hasta altas horas de la noche y subieron tanto el volumen que los vecinos se quejaron. Debido a la borrachera, no hicieron caso a las quejas y respondieron con vulgaridades, hasta agrediendo físicamente nada menos que a la presidenta de la junta de propietarios. Llegaron varias unidades de la policía, la fiesta fue disuelta y citaron al dueño de casa. La pregunta es: ¿De qué les sirvió un equipo tan potente? ¿Acaso no se suponía que se divertirían? ¿Era así como habían planeado terminar el día? Lo único que consiguieron fue un terrible malestar. Nunca resulta bien tratar mal a las personas. Les hubiera ido mejor siendo amables.

¿Te consideras una persona amable?

Suele suceder que uno no logra verse a sí mismo tan objetivamente como lo ven los demás y, por tanto, mentalmente antepone excusas a sus debilidades sin tomar en cuenta que quizá los demás son mucho menos reprensibles o censurables.

Bueno o malo, un test de actitud siempre es interesante, porque hace las veces de un espejo en el cual mirarse. ¿Por qué no te das una vuelta por cepvi.com y pasas su test gratuito de amabilidad, a ver cómo te va. No pierdes nada. Todo quedará entre tú y tú.

ARRIBA